―¿Entonces todo este maldito tiempo fui un objeto para ti?―Pregunta en un tono muy calmado para la situación. A pesar de eso, se escucha la tristeza, indignación, decepción y enojo en ella. ―¿Siempre fui eso para ti? ¿Un maldito objeto? ―No...―Un enorme nudo se forma en mi garganta.―no lo eres. Ya no. ―Ya no.―Repite con enfado.―Dime ¿De qué trataba la apuesta? ¿Qué ibas a ganar? ¿Un pintalabios? ¿Unos tacones? ¿Un perro? Dime ¿Qué era el premio?―Me mira a los ojos. No puedo decir palabras. Mi garganta está bloqueada y las lágrimas ya salen desbordadas por mis ojos. ―Elliot... ―No puedo creer que hayas sido capaz de mirarme a los ojos todo este tiempo.―Pasa una mano por su cabello con frustración.―No puedo creer que fuiste capaz de decir que estabas enamorada de mí, que me amabas. ―Estoy enamorada de ti y te amo.―Susurro con apenas un hilo de voz. ―¡Por Dios, Ingrid! ¡Deja de mentir! Mi corazón da un vuelco de dolor. Elliot no me llamaba Ingrid, nunca y, mucho menos con ese tono de repugnancia, asco y... odio. ―No miento.―Susurro. ―La verdad,―Me mira de abajo a arriba.―creí que eras diferente, que eras alguien especial. Ahora, veo que me equivoqué. Lo que estoy a punto de decirte, te lo diré desde lo más profundo de mi corazón y con toda sinceridad.―Me mira serio.―No quiero volver a verte en mi vida. Eres lo peor que me ha pasado en la vida. ―Elliot...―Murmuro. ―Espero nunca volver a verte, Ingrid. Te lo digo con la misma sinceridad con la que te dije que te amaba.―Sonríe. Una sonrisa amarga.―Que estúpido fui. Que tengas una buena vida, Bomer. Ojalá pronto consigas con quien follar.―Me mira con asco. Me dejo caer de rodillas al suelo. Se da la media vuelta, abre la puerta de mi departamento y se va. Dejándome ahí, tirada echa un mar de lágrimas y con el corazón destrozado. ¡EN MANTENIMIENTO! 1/08/19
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