―¿Ya te sientes mejor?―Me pregunta Elliot.
―Por tercera vez, ya te dije que sí. ¡Auch!―Exclamo cuando pone la bolsa de hielo en mi mejilla izquierda, donde tengo un gran moretón.
―Aun no creo que te miré pelear.―Niega con la cabeza y se acomoda mejor en mi cama.
―Pues créelo. Elliot, son las siete de la tarde.―Exclamo al ver la hora.
―¿Y?―Pregunta despreocupado.
―Elliot, se te hizo tarde. Es Lunes.―
―Cariño ¿de qué hablas?―Frunze el ceño.
―De tu trabajo. Tienes mucho sin ir.―
―No voy porque ya no tengo. Creo que los golpes te hicieron olvidar cosas de nuevo.―Me da un beso en la cabeza. Hago una pequeña mueca de dolor.―Perdón.―
―N-no tepreocupes.―
―¿Por qué la estabas ahorcando?―Me mira.
―Ella lo hizo primero. Yo solo me defendí.―Ríe entre dientes.―¿Qué es tan gracioso?―Frunzo el ceño.
―¿Por qué comenzaron a pelear?―
―Estaba hablando con Nayla de… de unas cosas, y llego me tomo del cabello y así. Odio que me jalen el cabello.―Digo con los dientes apretados.
Elliot mueve un poco la bolsa en mi mejilla.
―No vuelvas a hacerlo ¿vale? Me preocupe mucho.―
―Estabas en shock, Elliot.―Me burlo.
―¿Qué querías? ¿Qué me pusiera a echarte porras?―Resopla.―No lo creo.―Rio.
―Ya. Ven y dame un beso.―
Me quita la bolsa de hielo de mí ya entumida mejilla y la pone en la mesita de noche. Se sube a mi cuerpo recargando su peso en sus brazos y me mira a los ojos.
―Yo creo que no te lo mereces.―Apenas rosa mis labios.
―¿Por qué no?―Fijo mi mirada en su boca.
―Fuiste una chica mala.―Pasa sus labios por mi mandíbula. Cierro los ojos.
―¿Prefieres que sea una chica buena?―Murmuro.
―Hum-hu.―Muerde mi lóbulo.―Y si eres mala, quiero que lo seas solo conmigo.―
―Vale. Solo seré mala contigo.―Reparte un par de besos húmedos en mi cuello. Suspiro.
―Deberías descansar, fue un día malo para ti.―Saca su cara de mi cuello y sonríe.
―No quiero descansar.―Enarco una ceja. Me da un beso en la frente.
―Pero yo sí.―Se tumba a mi lado.
―Elliot ¡eres un tramposo!―Exclamo.
―¿Por qué?―Me mira con inocencia.
―Solo me provocaste.―Lo miro sorprendida.
―Puede ser.―Reprime una sonrisa. Me subo a su cuerpo. Pone sus manos en mi trasero y lo aprieta.―¿Qué hace aquí arriba, señorita? Este no es lugar para usted.―Me sonríe coqueto.
―¿A no?―
―No.―
―Pues sus manos en mi culo dicen otra cosa.―Le doy un beso en la nariz.
―Eso no es un beso.―
―Qué pena. A dormir.―Ruedo en su pecho y caigo a su lado dándole la espalda.
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Mis Pervertidas Fantasías
Conto―¿Entonces todo este maldito tiempo fui un objeto para ti?―Pregunta en un tono muy calmado para la situación. A pesar de eso, se escucha la tristeza, indignación, decepción y enojo en ella. ―¿Siempre fui eso para ti? ¿Un maldito objeto? ―No...―Un en...