Samuel, un omega varón de veintiséis años, se siente preparado para dar un paso más allá en su relación. Él quiere un nido. Está listo para pedirle a su pareja un nido porque desea experimentar todas aquellas cálidas sensaciones de las que todo el mundo parece hablar. Pero jamás contempla la posibilidad de que algo pueda salir mal con su petición. - ¡Alfa...! -chilló, saliendo a correr hacia la entrada- Quiero un... - - Sí, sí. Ya sé -gruñó Leandro, empujando al omega fuertemente para quitarlo de su camino- Quieres un puto nido y me tienes harto, estúpido omega. «Las almas gemelas sienten lo mismo porque existe una profunda afinidad y compatibilidad entre ellas...» Pero, ¿qué sucedería si no compartieran únicamente esa profunda conexión que los hace compatibles? ¿Y si todo diera un paso más allá? Emma, una mujer alfa de veintiocho años, se siente cansada de los estereotipos asociados a su naturaleza. Jamás creyó encontrar a alguien con quien compartir su vida y, cuando finalmente lo hace, siente de todo menos bienestar. Había algo que le impedía sentirlo como suyo. ¿Sería producto de su imaginación? - Me voy -comentó el omega en voz baja- Me he dejado marcar por otro alfa. «Definitivamente, el poder que une a dos personas va mucho más allá» - Lo siento -murmuró aún más bajito- No puedes darme lo que necesito y yo tampoco puedo darte lo que tú necesitas -agachó su cabeza- Espero que lo entiendas. Dos lobos. Dos corazones quebrados. Y un solo destino. Alfa; chica. Omega; chico.