Alfonso me empotró contra la taquilla, haciéndome daño en la espalda. Ahogué un gemido de dolor y le mantuve la mirada lo mejor que pude. - Me parece que no lo entiendes Anahí. No había nadie por el pasillo por si necesitaba chillar, suplicar por ayuda. Aun así, dudaba que algún pijo de este maldito instituto me hubiese echado una mano. - ¡Quítate! - le intenté decir firmemente. Él se rió y se acercó mucho más a mí. - Nunca me voy a quitar, jámas. Christopher abrió los ojos y nos miró. Sonrió nuevamente y dijo. - Alfonso tiene razón. Cuanto antes lo entiendas será mejor. - Pero, ¿entender el qué? - pregunté desesperada.- Solo quiero que me dejen en paz. Hagan como que no existo. Alfonso sonrió de medio lado y me susurró al oído. - Nunca te vamos a dejar en paz. Eres nuestra. (TODOS LOS DERECHOS ESTAN RESERVADOS A SU AUTORA ORIGIAL: Julia)
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