Demente. -30

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"No soy igual al resto, y lo vas a notar. "

.......................


Bien, hace mucho había aprendido una cosa, si la persona no puede ver la realidad de la situación, hay dos opciones, una, dejarla en paz y que se dé cuenta cuando pueda, o dos, forzarla a darse cuenta, aunque quedes como una demente al hacerlo.

Era más que obvio cuál de las dos opciones había tomado.

Abrí la puerta y la cerré con fuerza, para luego girarme y abrir la que estaba de cara al chico.

El no tenía miedo, él estaba más vacilón que Jack en un atraco, se lo estaba gozando.

Lo agarré y saqué del vehículo agarrándolo del cabello de la nuca, con algo de fuerza, pero procurando no hacerle daño.

-Vamos a ver que tantas ganas de morir tienes.

Hasta ese preciso instante el no entendía que era lo que yo quería hacer, pero cuando se dio cuenta, la expresión de horror que quiso ocultar no pasó desapercibida para mí.

-Estas demente...- susurró siguiendo mis pasos.

Se preguntaran, que estaba haciendo como para él, que me había estado vacilando todo el viaje hasta aquí, ahora me tenga miedo, y les diré, es una pregunta muy fácil de responder, estábamos subiendo al borde de uno de los puentes más altos de los santos, para probar sus ganas de morir.

A pesar de hacer una estupidez como esta, yo cuidaba sus pasos, cada movimiento, procurando que no se caiga y me arrastre con él.

Desafortunadamente las sirenas comenzaban a sonar cada vez más cerca, lo que no me dejaba mucho tiempo para hacer lo que quería.

Al llegar al punto medio nos detuve, observando la vista desde aquí, se veía toda la ciudad, y un poco de campo que la rodea.

Con mi mano sujetaba las esposas del chico, mientras que me concentraba en lo fácil que era respirar aquí, era como una burbuja que facilitaba toda decisión que se pudiera tomar desde aquí arriba, ahora entendía por qué la mayoría de los intentos de suicidio sucedían aquí, era innegable que la vida se veía mucho menos complicada desde este punto.

-Creo que no nos trajiste aquí por mí.

Rodee los ojos, no solo me había sacado de mis pensamientos, sino que todavía encima intentaba sacar provecho de la situación.

Me giré, quedando de frente a su cara.

-No hay ninguna razón más que tú en esta situación chico, ahora que ves esto, que lo sientes, que no estas presionado a hacer algo, y que no hay absolutamente nadie que conozcas aquí, dime, ¿realmente quieres hacerlo?

Su mirada se perdió por unos segundos en el horizonte, pensando seriamente lo que le había dicho.

-Voy a decirte lo clásico, pero verdadero; mira esa maldita ciudad, puedes llegar muy alto, tener una de esas lujosas casas en las montañas, o si quieres, irte a la mierda a una playa, pero no desperdicies tu vida en esto- dije con la mayor claridad posible- no te darán más de dos años si no dices nada, luego, saldrás, y tendrás una vida que construir.

Tragó grueso, e incluso pude sentir lo acelerado de sus pensamientos, o imaginarme al mirar su cabeza, lo rápido que deben de ir sus pensamientos en este punto.

Pero el ruido de unos tres coches patrulla nos detuvo, haciendo mirar hacia atrás.

El me agarró, y usándome de escudo, se protegió.

Levante las manos, haciéndoles entender que no sucedía nada.

-Atenea, baja de ese maldito borde con el chico, no le hagas nada.

Alcé las cejas, ¿el creía que yo podría herir al pobre niño?

Negué con la cabeza, algo desilusionada.

-Ruso, yo no le estoy haciendo una mierda, el está recapacitando, estoy salvando su maldita vida, así que no moleste.

En su rostro se pasmó la incredulidad, no se podía creer que a pesar de la pésima situación en la que me encontraba aún seguía dándole órdenes.

Ojalá estar en su cabeza en este momento, porque aunque el lo niegue, seguramente esté tirándome toda la mierda del mundo.

Cuando fue a abrir la boca para contraatacar lo que yo había dicho, un vehículo negro se detuvo a algunos metros de distancia, y con solo un vistazo, él se dio cuenta de quién era, cosa que solo le provocó aún más ansiedad.

-Venga Nea, bájate de ahí.

Algo dentro de mí se exprimió al escucharlo de esa manera, no había formalidad, ni molestia, era una súplica, él me estaba suplicando que me baje de ahí y que no complique más las cosas para él.

Ahí me di cuenta de lo egoísta que había sido.

Pero ahora, realmente, no estaba yo en el poder.

Aquí la única persona que podía hacer que baje del borde, era el chico.

Entonces, luego de respirar profundamente, y pensarme cual era la mejor manera de salir de aquí sin matar al chico en el proceso, decidí poner mis manos en su brazo.

Al mirarlo, pude ver como sus ojos se habían llenado de lágrimas, e incluso su pulso estaba descontrolado.

-Dos años y estas fuera. – susurré.

El asintió, y se dejó guiar por mí, comenzando a caminar por el borde.

Al bajar uno de los oficiales me esposo y me metió en la parte de atrás de uno de los patrullas, cacheándome en el proceso.

Al sentarme miré hacia atrás, vigilando lo que le estén haciendo al chico.

Volkov se estaba ocupando de checar que nada malo le haya sucedido, mientras que lo esposaba y metía en su impecable patrulla.

Reprimí un gruñido al sentir las esposas pellizcarme la muñeca, por lo que tuve que mirar hacia abajo, moviéndolas ligeramente para que no moleste.

Al terminar de arreglarlas, el fuerte golpe en la ventanilla de mi lado hizo que salte en mi lugar.

Me asuste bastante al ver que la persona era el hombre de hace algunas horas, el mismo que había acojonado hasta el mismísimo Volkov.

Sonrió de lado y abrió la puerta, para luego cogerme del brazo mientras me sacaba del coche.

-No grites.

Necesito la explicación del por qué estas cosas me pasan a mi todo el tiempo.

Me metió sin cuidado en el asiento del copiloto, aun con las esposas, y sin que nadie supiera.

Pero en cuanto cerró la puerta, el ruido alertó a los oficiales allí.

Aunque eso no afectó su comportamiento, con la misma frialdad se sentó a mi lado, encendiendo el auto y comenzando a acelerar.

Miré hacia atrás por última vez, encontrándome con la imagen de Volkov golpeando el capó de uno de los coches, totalmente enfurecido.

Al mirarlo, noté que ni se estaba fijando en mí, estaba tan despreocupado y seguro de que no iba a escapar, que incluso, parecía como si estuviera manejando a su puta casa luego de una big mac.

-Que quieres y quien eres- pregunté acomodándome hacia un costado.

Alzó las cejas, mirándome fijo, como pensándose si hablar o no.

-¿No me recuerdas de nada?

Fruncí el ceño, mientras sentía como poco a poco como mi presión bajaba.

Atenea | Spainrp Volkov.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora