Atenea | Spainrp Volkov.

Éxtasis. -34

" Si me pides fuego, arderá todo. "

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¿Esto es un intento de amor? ¿Acaso él me quiere? O solo lo hace por tentación, ¿Acaso esta tan confundido como yo o sabe lo que quiere?

Tantas preguntas abordaban mi cabeza, dejándome inmóvil, sin reaccionar a sus besos, o caricias.

¿Acaso él no se lo estaba preguntando?

Me alejé por unos segundos, llevando mi mirada a la suya, viendo como abre los ojos confundido.

El tiempo pareció detenerse, tenerlo tan cerca, así de agitado, parecía surreal.

Tal vez debería dejar las preguntas de lado, al fin y al cabo, esto no era algo que no supiera hacer.

Sonreí de lado, tomándolo de improviso, para poner mi dedo en su boca, en signo de que se callase.

Le di una rápida mirada a su cuerpo, su característica camisa gris estaba semiabierta, sus apretados pantalones delataban con claridad la creciente erección en ellos, y a todo esto, se le sumaba su mirada, estaba disfrutando de mí, de lo que yo le hacía.

Así que dejé de mirarlo, para pasar mis piernas por los costados de las suyas, y sentarme sobre él, quedando un poco más alta.

No había movido ni un centímetro el dedo sobre su rostro, y tampoco estaba en mis planes, él tenía que saber que yo no era una chica débil, me encantaba lo que él me provocaba, pero me fascina más ver como yo lo provoco.

¿Quién se quedó ahora sin palabras?

Me apoyé con mayor fuerza, moviéndome ligeramente hacia delante y atrás, cosa que provocó una expresión en el que me negaba a borrar de mi mente.

Bajo mi dedo, el cerró los ojos, moviendo su cabeza hacia atrás, mientras sus labios se abrían.

Joder.

Solo me bastó eso para repetir mi acción un par de veces, haciendo que el lleve sus manos a mi cintura, ayudándome con esto.

En un momento, y de una manera muy inesperada para mí, el abrió los ojos, apretó mis caderas, y su mirada cambió, era más que obvio que este juego le estaba acabando la paciencia.

Llevó su boca a mi cuello, mordiendo, lamiendo, y susurrando cosas inentendibles para mí, gracias a mi estado de éxtasis.

En un momento, que no supe exactamente cual, él se levantó, bajándome de sus piernas.

Sus grandes manos me giraron por la cintura, dejándome de espaldas a él.

No podía hacer nada, simplemente sentir como se movía lentamente, satisfaciendo aquel problema entre sus piernas.

Entonces, comenzó a caminar conmigo hacia delante, apretándome contra el vidrio de la ducha.

Separó mis piernas, sin apartarse ni un poco, y sus manos viajaron a mi entrepierna, tocando la fina tela que cubría allí.

Esto estaba agotándome, mis piernas flaqueaban, y aunque tratara de esforzarme, me estaba dejando caer poco a poco en sus brazos.

Él lo podía sentir perfectamente, sus agarres estaban siendo cada vez más fuerte, dejando marcas en mis caderas.

-Joder Nea, esfuérzate un poco.- susurró sobre mi nuca.

Eso no hizo que la situación mejor en lo absoluto, y el hecho de que el movimiento con sus dedos había subido de potencia, hizo que definitivamente mis piernas se doblaran.