Decidido. -17

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"Conquístame la mente y la ropa cae sola"

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Camine por la gran terraza con seguridad, mi vestido se movía al ritmo de mis pasos, haciendo que mi imagen se vea aún más sensual.

Muchas cosas sabia de los hombres, había aprendido a manipularlos, fui entrenada para eso, ya que, cuando conoces un poco de su personalidad, múltiples ventanas sobre su vida se abren, posibilidades, entiendes sus gustos solo con verlos observarme, soy una persona sumamente atenta a los pequeños detalles, ya que de eso consistía mi trabajo, analizar a las personas, sean como sean, debía descifrarlas rápidamente y actuar.

Ahora que se había completado ese vacío de información, podía observar mejor a las personas aquí, prestaba atención a sus rostros, ropa, zapatos, ahora entiendo porque la mayoría de los autos fuera eran oscuros y caros, también entendía el porqué de la formalidad de esta reunión.

Incluso reconocí actitudes de Armando, entendía porque me vigiló aquella vez en su casa, porque estaba atento a donde estaba.

Pero él no estaba a mi nivel, yo sabía todo, y si no, lo intuía.

Me acerqué a él, ahora, conociendo una parte de su otra cara.

Puse mi mano en su pecho, y toqué los botones de su camisa, abriéndolos un poco.

Él se veía complacido por mi acercamiento, y no me rechazaba, no le molestaba que nos estuvieran viendo, lo cual me indicó su necesidad de verse superior.

Entendí allí, él porqué de mi presencia allí, la gran mayoría tenía una chica a su lado, supongo que él no debía ser la excepción, y que mejor que yo, con mi clara belleza, para ser su compañera.

No era egocéntrica, simplemente es algo que es parte de mí, porque también influye en mi trabajo, la seguridad y la belleza que me caracteriza es algo que me abrió muchas puertas en el pasado, puertas que supe aprovechar para mi bien.

Me acerqué a su oído dejando un camino de pequeños besos por su mejilla, mientras me apegaba aún más a su pecho.

-¿Hay un lugar más privado?- pregunté

Él sonrió, mientras pasaba su mano por mi cintura, y dejaba un casto beso en mi cuello.

Comenzamos a caminar hacia un lugar que desconocía, pero mientras lo hacíamos, giré mi cabeza y ubique a Jack, y con una pequeña seña, le hice saber que iba a sacarle información.

Comprendíamos las señas del otro a la perfección no solo porque habíamos entrenado y trabajo durante años juntos, sino también, porque nos conocíamos como si de hermanos se tratase nuestra relación, con simples movimientos de cabeza Jack ha entendido que yo estaba en peligro, o hacia qué lugar disparar.

Podemos separarnos por años, pero al volver a encontrarnos, nos comprendemos a la perfección, él no me juzga, como yo a él tampoco, no nos abandonamos, luchamos y sobrevivimos en muchos momentos jodidos, eso es lo que nos une.

Lo vi desarmarse frente a mis ojos, reducirse a enojo y rabia, pude ver sentimientos en el de autodestrucción, podía ver el dolor en su rostro al recordar a su familia.

Julia fue su gran amor, fue la mujer con la que pudo alejarse de toda la mierda que nos rodea, sus dos pequeños hijos son lo más hermoso que tenía.

Pero verlos morir fue lo que lo rompió, lo destruyo por dentro y quebró aquello que le quedaba de humanidad, aquello que su familia le había dado.

Meses después de que ellos fallecieran, en plena madrugada, el me llamó llorando, con oír su respiración supe que algo estaba mal, y empaqué unas pocas cosas mientras él me hablaba sobre lo horrible que estaban siendo sus días, y me encaminé al aeropuerto más cercano.

Jamás entenderé el dolor que sintió esos meses.

Meses en los que no pidió ayuda, meses donde se ahogó en su dolor y rabia.

Días y días en los que estuvo completamente solo, sufriendo la perdida de sus hijos y esposa.

Jamás comprenderé eso, porque no puedo ni imaginarme aquello.

Conocí a Julia cuando estaba embarazada, recuerdo ver su enorme panza, su gran sonrisa al mirar a su esposo ordenar la comida para los tres.

También recuerdo aquellas palabras que me dijo.

-Gracias a ti Jack está vivo, y eso es algo que te voy a agradecer siempre, porque mantuviste al padre de mis hijos con vida, cuando ni él podía con sí mismo.

Cada día que pasé luchando por Jack después de aquella tragedia recordaba esas palabras.

Porque Julia era la mujer más sabía que había conocido, transmitía una paz inexplicable a las personas que la rodeaban únicamente con su sonrisa y cercanía.

Entenderé siempre porque mi amigo sufrió tanto con su perdida.

Volví mi vista hacia Armando, quien iba vigilando a las personas que nos rodeaban, y se iba fijando hacia donde nos dirigíamos.

Pensé en como habrá sido su pasado.

Debe haber una razón para que él sea así, para que el maneje un negocio así.

También debe haber un por qué de algunos rasgos de su personalidad, tales como la severa desconfianza y la constante necesidad de saber todo.

Cerré los ojos intentando desviar aquella parte de mi personalidad que se dedica a analizar todo, concentrándome en lo que sucedía a mí alrededor, él abrió una puerta, y me dio una mirada indicándome que estaba bastante extrañado por mi actitud.

-¿Estas bien? Si quieres lo dejamos para luego, te noto extraña.

Abrí ligeramente mis labios, pensando exactamente qué decir,

-Lo siento, solo tengo muchas dudas.

El frunció el entrecejo y se sentó en una pequeña silla que había, haciéndome dar cuenta de que estábamos en una especie de sala de escritorio.

-Depende de cuales sean es si las responderé- Dijo con una sonrisa.

Bajé la cabeza un poco y me senté frente a él, sobre el escritorio.

Toque un poco la tela de mi vestido, replanteándome que preguntas hacerle para que me de la información necesaria.

Me daba algo de lastima usarlo así, apuesto que si supiera no le gustaría en lo absoluto.

Mi mirada viajó a la puerta, pensando en aquel chico de cabello gris que había dejado atrás.

Volkov definitivamente tenía que haberme visto, por alguna razón el notaba todo.

La sensación de incomodidad ante esto se hizo más fuerte, quería salir y explicarle que Armando no me interesaba en lo absoluto, que solo estaba haciendo mi maldito trabajo.

Pero después, el pensamiento de que en realidad él y yo no éramos absolutamente nada.

Pero algo pasaba entre nosotros, eso era innegable.

Suspiré sabiendo que hacer para salir de aquí en cinco minutos, con la información necesaria y el comisario bombón conduciendo aquel limpio automóvil.

Atenea | Spainrp Volkov.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora