A tu lado. - 42 Final 1/2

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"Ese encuentro casual fue lo menos casual en nuestras vidas"

.......

Cerré los ojos con algo de fuerza, el movimiento del avión comenzaba a pasar factura, y los mareos aparecían poco a poco, por lo que, mientras tanto, me dedicaba a pensar, lo cual, definitivamente no estaba ayudando, ya que las semanas parecían pasar con tanta rapidez que poco a poco los nervios se colaban por cada una de mis venas, dejándome a veces, sin poder respirar, o sin saber que pensar.

Lo peor de todo, es que para el resto todo parecía fluir con una normalidad que me parecía realmente absurda.

Una suave caricia sobre mi mano me sacó de mis pensamientos, encontrándome de lleno con la mirada adormilada del ruso, quien se había quedado dormido durante el viaje, ya que el turno de la noche anterior lo había dejado agotado.

Desde el momento que se enteró de mi embarazo, hasta ahora, no solo hubo un solo día en que él no me rogara pidiéndome que él bebe naciera en Rusia, que, para ser sincera, me daba igual donde naciera, mientras mis amigos estuviesen allí, si no que no se había despegado de mí, literalmente, no pasaba un solo día sin que él estuviera a mi lado.

En cuanto le dije eso, comenzó a planear todo, incluso compró una casa donde nos quedaríamos los primeros meses luego de que naciera y gracias a eso, trabajaba el doble o triple, para así solventar los costes de todo.

Eso me impresiono demasiado, él estaba tan feliz, incluso en comisaria se le notaba, trataba mejor al resto, sus gritos no se escuchaban más, a menos de que fueran de felicidad , lo mejor de todo llegaba por la noche y se acostaba a mi lado, charlando con el pequeño durante horas.

La realidad es que me quedaba dormida en el proceso, porque todo era tan cálido y perfecto, que no podía evitar caer en un profundo estado de relajación.

Estos estaban siendo probablemente los mejores meses de mi vida.

Hace ya dos semanas nos dijeron el sexo, confirmándonos que, Antón, llegaría a nuestra vida, si todo iba según lo planeado, en cinco meses.

La noticia de que sería un barón no tardó en expandirse por todos mis conocidos, felicitándome por el hecho, algunos más eufóricos que otros, como Jack, quien prácticamente había saltado y gritado al enterarse del sexo.

Sonreí mientras sus manos se colaban por debajo de mi blusa con suavidad, apoyándolas sobre mí ya notoria panza, y el recuerdo de la primera vez que él lo hizo, me azotó.

Lo dejé pasar al apartamento, a la par que notaba la frialdad con la que me miraba, lo cual me asustaba.

Al llegar a la sala se detuvo a un lado de la mesa, apoyando su peso en la misma, en un profundo silencio, que a diferencia de otros del pasado, este era incómodamente doloroso.

Los nervios comenzaban a jugarme una mala pasada, el peligros frente a mí lo estaba notando, y junto a eso, perdiendo la paciencia.

-¿Vas a decirme porque desapareciste dos semanas? - preguntó demandante, golpeando con los dedos la mesa.

Suspiré, apoyando la mano en la misma, moviendo el pequeño adorno que había sobre ella, en un intento de reordenar las palabras en mi cabeza; durante todo el viaje había estado pensando y memorizando las palabras que le diría, pero en cuanto se paró frente a mí, con su actitud ansiosa, esperando respuestas, mi mente se quedó en blanco.

Con las idas y venidas en mi mente, en busca de las palabras adecuadas, ya llevaba unos diez minutos así, era lógico que frente a mí, el ruso estuviera a punto de matarme con su mirada.

Trague grueso, juntando por fin el valor suficiente.- Algo sucedió, y no supe cómo reaccionar, necesitaba tiempo. - Murmuré viéndolo sentarse por fin en la silla.- Viktor algo muy importante sucedió.

Supuse que mi tono de voz lo asustó un poco, ya que su mirada pasó a estar fija en mí, e incluso se ablandó un poco, esperando que mis palabras salieran con más rapidez.

-Hace dos semanas me enteré que estoy embarazada.

Listo, las palabras salieron, él ya lo sabía, yo se lo había dicho.

En ese momento sentí como si un peso fuera retirado de mis hombros, sea cual sea su respuesta, yo ya le había dicho lo que sucedía.

Su rostro palideció a la par que se quedaba estático, parecía incluso que había dejado de respirar, simplemente no mostraba expresión alguna, lo cual, me hacía enloquecer.

Abrió la boca, con la intención de decir algo, pero luego la volvió a cerrar, mirando hacia el suelo.

Fruncí el ceño, y di un paso hacia él, deseando poder leerle la mente, en busca de alguna respuesta.

En cuanto quise poner una mano en su hombro el estiró su brazo hacia mí, manteniendo la distancia, sin siquiera mirarme.

Mi corazón por un momento se detuvo, y las ideas que me habían atormentado estas semanas, volvieron a mi mente, generándome un nudo en la garganta, una ráfaga de frio atravesó toda mi espalda, dejándome con los pelos de punta.

Suponía desde un principio que para el ruso esto no sería nada agradable, nos conocíamos desde ya hace un largo tiempo, pero nuestra relación apenas era oficial, a pesar de lo profundo de mis sentimientos.

Aun con la mirada en el suelo, habló.- Necesito saber si estuviste con alguien más.

Un temblor atravesó mi cuerpo, sus palabras parecían afiladas, frías, como si se estuviera conteniendo, por lo que con nerviosismo, contesté a las apuradas

-Nadie más que tú.

Tardo unos segundos en reaccionar, pero entonces, levantó su rostro dejándome ver como sus ojos se aguaban.

Su mirada se dirigió a mi estómago, en conjunto con su mano, que se detuvo sobre el mismo.

-¿Tendremos este bebe?- preguntó en un murmuro suave pero atragantado, casi con miedo a mi respuesta.

Asentí sintiendo las lágrimas resbalar por mis mejillas abultadas por la sonrisa que se formaba al verlo llorar con una sonrisa mientras sus temblorosas manos sostenían mi barriga.

Los llantos de ambos era lo único que se escuchaba en todo el apartamento, ambos estábamos dejando escapar los sentimientos, abriéndonos por completo al otro, mostrándonos tal cual.

Se levantó y acunó mi rostro en sus manos, a la par que me miraba, reflejándome lo feliz que estaba con esto.

Esa sería una imagen que probablemente jamás olvidaría.

A día de hoy, a unos 42 mil pies de altura, y cuatro meses de embarazo, nos encontramos en un viaje de fin de semana hacia Rusia, donde el hermano diabólico nos espera.

Atenea | Spainrp Volkov.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora