Ángel. -22

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" No tengo que renacer de mis cenizas; No se equivoquen conmigo, que yo soy el maldito fuego." 

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Gruñí mientras cerraba los ojos, con la cabeza gacha.

Esto apretaba demasiado, y no ver absolutamente nada no ayudaba.

Por mi pecho caían pequeñas gotas de sudor, mientras que yo movía mi pelo hacia un lado.

Un tirón se hizo presente, apretando cada parte de mi ser, provocando también que gruña, insultando a la persona detrás mío.

-Calla Atenea, que sí, duele, pero es necesario.

Michelle no paraba de apretar aquel corset, que provocaba que todas mis entrañas se pegaran unas a otras.

Entonces, ató las cuerdas y por fin pude sentir algo de calma en aquella zona.

Lo peor de todo era que ese ni siquiera era el corset que se iba a ver, no, ese era un corset de color piel, que solo servía para eso, torturarme.

Agarré el vestido blanco, y lo pasé por mi cabeza, poniéndomelo.

Las medias ya me las había puesto antes, vamos, que sabía que no iba a poder luego.

Entonces agarré ahora si el corset que si se ve, y lo puse, solo uniendo los pequeños botones.

Puse los demás accesorios, como los guantes, la flor, y aquel pequeño collar.

Por último, la chica, que ya estaba vestida desde hace ya un rato, me ayudó con las botas.

Al terminar, yo miré que todo estuviera bien en ella, y ella observó que estuviera todo bien con mi vestuario.

Su camisa color beige estaba perfectamente planchada debajo de aquel oscuro y elegante chaleco, sus pantalones algo más anchos estaban por dentro de las altas botas negras.

Todo de acuerdo con lo previsto.

Mis piernas se sentían realmente agotadas, pero literalmente no había un lugar donde te puedas sentar aquí, ya que todo está sucio.

Tuvimos que cambiarnos aquí, ya que quedaba muy cerca del lugar de la extraña fiesta, y por lo tanto nos evitaríamos los autos.

- Bien, ¿sabes que tienes que hacer no?

Asentí y acomodé la tela que caía a ambos lados de mi pierna, dando un manotazo por detrás de la misma, procurando que también esté todo bien.

Ella abrió la puerta y ambas salimos, caminamos un poco y llegamos a la puerta de la salida a aquel callejón

Lo primero que vi fue a Horacio acomodando el pequeño short que rodaba su masculinidad, y que incluso la marcaba.

Me sorprendí mucho por su vestimenta, jamás esperaría que Jack le eligiera algo así.

Estaba claro que el viejo había planeado absolutamente todo, y que no nos había dicho a ninguno de esto hasta hace un par de horas, por lo que tuvimos que apegarnos a todo lo que el dijera e hiciera.

El gran saco plateado que lo rodeaba caía hasta el suelo, y las largas botas del mismo color hacia que se viera espectacular.

Miré a su lado a Gustabo, el rubio llevaba una remera de manga larga con cuello en uve, un chaleco de cuero con pequeños detalles en plateado, sabía lo que era, estaba claro, un guerrero.

Curiosa elección.

Entonces, mi vista se dirigió hacia la esquina, donde vi a la persona que estaba buscando.

Atenea | Spainrp Volkov.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora