"A tu lado las estrellas fugaces son eternas. "
........
Dejé que las enfermeras limpiaran y cambiaran a el pequeño para poder quedarme a un lado de Atenea, quien sin quererlo, y de cierta forma, se estaba quedando dormida debido al agotamiento del parto.
Con una sonrisa acaricié su mejilla, provocando que ella se dejé caer en la inconsciencia.
Suspiré, dejando la mano por dentro de la manta, para luego ver como la sacaban por la puerta en dirección a su habitación.
-Él bebe esta pronto, ¿quiere llevarlo usted?
Asentí, mientras lo agarraba nuevamente, observando su delicado rostro.
Mis pensamientos viajaron rápidamente dándome cuenta de la cantidad de rasgos similares entre él y su madre.
La nariz, el poco cabello, todo era igual a ella.
Con una sonrisa me dejé guiar hacia la salida, donde sabia, estaban nuestros amigos.
Al atravesar la puerta, la imponente figura de Jack, que, aunque los nervios lo estaban consumiendo, seguía viéndose igual de aterrador.
En cuanto escuchó el ruido provocado por las enfermeras, se giró, encontrándose conmigo.
Su mirada viajó a mis brazos, y me dejó ver algo que jamás volvería a presenciar.
El tembló de pies a cabeza, y tragando grueso se acercó, en ese momento, el Jack Conway, superintendente de la ciudad de los santos desapareció, dejándome ver únicamente, lo que parecía ser un cachorro totalmente nervioso y ansioso.
Cuando moví un poco los brazos, permitiéndole ver el rostro, se llevó las manos a la cabeza, mirando hacia otro lado.
Por unos segundos, se quedó así, simplemente mirando a la nada.
-Iré a Rusia con ustedes.- murmuró por lo bajo.
Fruncí el ceño, sin poderme creer lo que escuchaba.
-¿Cómo?
Se giró nuevamente, enfrentándome con la mirada fría nuevamente. – que iré con ustedes a Rusia cojones, me conseguiré un puesto allí y cuidaré de este niño también.
Mordí el interior de mi labio, a la par que asentía, de antemano sabía que el haría algo así, durante todo el embarazo apenas se había separado de Nea, era obvio que en cuanto viera al pequeño no se separaría de nosotros, cosa que desde luego, no es algo desagradable para mí, Jack Conway es la persona más cercana a la pelinegra, son literalmente familia, y para mi él también es un gran amigo.
Con una sonrisa me acerqué a él, indicándole como poner los brazos, cosa que hizo de inmediato.
En cuanto puse al pequeño en sus brazos, el dejó de respirar, como si fuera un momento tan único en su vida que quisiera preservar para siempre.
-Mierda...- susurró acercándolo más a su pecho, para luego cerrar los ojos.
Aquella era una escena que nadie más estaba viendo, solo yo.
Los recuerdos junto a este frio señor me azotaron, las veces que él me ha salvado de recibir alguna bala, de todas las madrugadas en silencio frente a algún escritorio, las conversaciones mientras patrullamos, o las pocas veces que él se preocupaba de mí; todo aquello, me dejó paralizado.
Este señor, que aunque a veces podía ser de lo más irritante, era una de las personas más importantes en mi vida, aunque jamás se lo diría.
Sonreí, comenzando a caminar por el pasillo, siendo seguido por el mismo.
-Venga, que no solo a usted debe conocer este pequeño.
Al llegar a la habitación con Antón en brazos, pude ver de inmediato a Atenea durmiendo, cosa que no me sorprendió, habían sido dos horas de labor, dos horas en las que ella no había parado de hacer una fuerza sobrehumana, y gritado como jamás lo había hecho.
A pesar de que sea una de las mujeres más fuertes que he visto, nadie podría hacer eso sin luego echarse una siesta.
Y eso está bien, yo estoy aquí para cuidarlo.
Los dos podremos con esto, juntos.
Como una pareja.
Quien iba a decir que esta fría mujer, causante de un millar de problemas, iba a hacer que mi corazón se derritiera.
Aunque ahora que lo contemplo, no fue nada inesperado, ella lentamente lograba inmiscuirse en cada espacio de mi cerebro y vida, alterándome de formas que jamás habría pensado.
Supongo que nada de eso ha cambiado, aun a día de hoy logra hacerme sentir cosas que nunca he sentido, como en este preciso momento, este sentimiento de familiaridad, calidez, a su lado, probablemente no dejaré de sentir esto.
Mi vista se dirigió de inmediato al pequeño en mis brazos, quien hace varios minutos cayó dormido en mis brazos, su respiración parecía totalmente tranquila.
En cuanto me iba a levantar para dejarlo en la pequeña cuna, la mano de la pelinegra me detuvo, mirándome asombrada.
-Ponlo aquí.- susurró indicándome que lo dejara en su pecho.
Hice lo que me pidió, sin poder evitar sonreír aún más.
-Serás una buena madre.
Nuestras miradas se conectaron casi de inmediato luego de que dijera eso, y me sorprendí por la calma que ahora transmitía la misma.
-Seremos buenos padres.
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Atenea | Spainrp Volkov.
Teen FictionTan fría e indiferente, pero de mirada de dulce, tan triste e indolente, pero de sentimientos puros. Con tantos misterios a cuestas, te escondes tras una careta, que solo usas para proteger, lo bello que hay en tu ser.