Capítulo 4

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Lina

Miraba la pared de mi pieza. Lo único que podía hacer.

Sentí unas lágrimas recorriendo mi mejilla. Las sequé de inmediato y con brusquedad.

Mordía mi labio inferior, mientras mi piernas temblaban.

Habían pasado unas pocas horas desde que ellos se habían ido. Estaba sola, por completo, en medio de un día que era especial. Todo prometía ser diferente desde que los vi esperando mi llegada al salón, pero ahora aquello no importaba. Ahora, lo fundamental era encontrar la causa, la base de tanto aturdimiento y consternación. Por qué aquella reacción tan... ¿violenta? por parte de Erik y aquella culpabilidad que mostraba mi madre. Me sentía inquieta, ansiosa y nerviosa por escuchar su presencia, asegurarme de su estadía en el hogar.

Abrí la puerta y salí del dormitorio. Bajé las escaleras y vi todo tal cual había quedado desde hace algunos instantes. Observé el escenario, era impecable. Cada adorno, cada cosita puesta sobre la mesa daba la impresión de estar en un cuento de hadas. Era un banquete prometedor con vasijas que eran nuevas, hermosísimas, y con un orden y disposición tan escrepuloso que parecía perfecto. Seguí analizando esta particular imagen y noté (de hecho, cómo no lo había visto antes) la gran cantidad de hojas desparramadas en el piso. Me precipité ante ellas y empecé a juntarlas. Página tras página era una especie de punzada que acrecentaba su intensidad.

Llegué a reunir la primera, la principal de todas las hojas y su gran título. Lo leí y lo releí. ¿Qué tenía que ver Erik con esto? Al intentar pararme, pude sentir el dolor del golpe ocurrido hace un rato y el recuerdo de por qué había sido. La pena comenzó a invadir mi pecho y el pensamiento de culpa me inundó el alma. Me senté en el sillón y busqué el resto de información que se supone ha de haber leído él.

- Christine... - susurré lentamente. Aquel nombre fue pronunciado por sus milagrosos labios con incredulidad, con consternación. Seguí avanzando en la lectura.

La soprano, la reconocida soprano que debutó a temprana edad como una de las nuevas protagonistas de la ópera. El periódico hacía recuento de sus presentaciones, de lo brillantes y mágicas que eran, de lo sublime y exquisita que era su voz y la dulzura y pureza que denotaba su sonrisa. Había sido notoriamente aclamada por el público y adquirió tal fama que, pudo actuar en múltiples óperas reconocidas en el vasto mundo. Su esposo, Raoul de Chagny, un exitoso "empresario" había puesto en sus propias manos el mandato del teatro de París y sería quien, junto con Christine, administrarían aquel despósito de talentos y sueños.

Supuse que era aquello lo que había alcanzado a leer Erik y, quizá, comprendí que ellos estaban profundamente ligados a su pasado. Había más texto, declarando la gran tragedia ocurrida en la Ópera, la cual le había impedido el correcto funcionamiento y haciéndola necesitar la aclamada restructuración que la dejó tal cual era originalmente. Intenté saber más de lo ocurrido, pero el diario era bastante escuesto en explicaciones y se veía dedicado, en mayor parte, a invitar al público para que asistiera a las próximas producciones que serían anunciadas con posterioridad.

Las imágenes mostraban un esplendor que jamás había visto en el gran edificio y a los grandes protagonistas del anuncio. Christine se veía majestuosa, realmente elegante y espléndida. Mostraba una sonrisa tímida, mientras sus manos resposaban con delicadeza en su abdomen. Era hermosa, como una princesa de cuentos. A su lado de veía quien debía de ser su cónyuge, también sonriendo y rodeando la cintura de su amada por detrás.

Dejé a un lado el papel y tomé mi vestido con mis puños. El silencio absorvía todo el ambiente y los latidos de mi corazón podían sentirse con fuerza. Me giré para mirar todo el espacio solitario y lo que había sucedido a primeras horas del día fue evovado por mi mente. Jamás pensé que Erik tuviera aquella personalidad, no me decepciona, pero tampoco me sorprende. Sabía que, es un hombre lleno de misterio; de una sobriedad y escudo implacable. El día en que se liberó, sé que fue una especie de catarsis espontánea y efímera, la cual podría acercarme a él, pero no del todo. Erik tiene una historia tras de sí, una trama llena de dolor y de angustia. Sus ojos muestran la tristeza, la tristeza del mundo.

Los Límites de Nuestro Amor Eterno (Un fanfic de "El Fantasma de la Ópera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora