Erik
La vi salir.
Me quedé estático con sus palabras en mi cabeza.
Era un idiota y, de paso, un estúpido. Claro, porque eso había querido decir con que no pensaba.
Empuñé mis manos, tratando de contener la rabia y la frustración que me atiborraba. Lancé una pequeña exclamación por ello. Pasé mis manos por mi cabello.
Me sentía molesto y con una sensación distinta al enojo. Era un ardor que me estresaba, que me carcomía por dentro, tan fuerte e incesante.
Eran celos, estaba celoso, pero lo percibía distinto, no como aquellos que me habían causado arrebatos desmedidos con anterioridad.
Algo acontecía en mi corazón y, quizá, era yo mismo quien había transmutado.Miré la puerta nuevamente, analizando si partir tras su persona o resignarme a esperarla. Deseaba ir en busca de ella, me era imperioso estar a su lado, pero era consciente de que, no soportaría verme.
¿Qué hacer ahora?
Rememoraba mis propios dichos y solo corroboraban lo mencionado por Lina, pero no pude evitarlo. No premedité sobre los vocablos que conferí y lancé al mundo.Bruno...
Ese tal Bruno...Con solo pensar que estaba demasiado cerca de Lina, que pasaba más días que yo a su lado, comenzaba a arder un nuevo fuego dentro de mí. Respiré hondo, tratando de contener mi creciente frustración.
Realmente, también me sorprendí de mi propio control, pues, viendo hacia el pasado y remontándome a aquellos tiempos, mi reacción hubiese sido distinta, notablemente desaforada y desastroza. Aún así, lo que acababa de suceder no tenía sentido alguno, ni para mí ni para ella.
Estaba seguro que se iría a las profundidades del bosque, porque solía hacerlo cuando algo se interponía ante su bienestar interno. Lancé una imprecación contra mí mismo.
Observé a mi alrededor.
Estaba exhausto, vacío de energía casi en su totalidad.Me encontraba bastante agotado, pues toda la noche intenté permanecer despierto mientras la esperaba. Inclusive, me senté frente a aquella mesa ubicada en el antejardín, mirando el camino por el cual debía de llegar hasta que no podía más, hasta que me quedé dormido en medio del frío que confiere la oscuridad.
Me dirigí a mi cuarto con el fin de despejar mi mente y poder refugiarme en mi música. Al llegar, me encerré y me sumí en mi anhelada soledad momentánea. Ya no podía estar solo con la misma facilidad, menos cuando sabía que Lina, quien me había hecho entrar en un proceso similar al de metamorfosis, estaba a unas habitaciones de distancia.
Me senté frente a mi piano, aquel instrumento que me sacaba suspiros, pero ninguna de aquellas exhalaciones se comparaba con las que ella me provocaba. Y, entonces, volvía a traerla a mi mente.
Tomé mis partituras, sintiéndome acelerado, exhaltado con intensidad, pero tratando de buscar algo de alivio. No sabía qué escoger, porque en parte no tenía ganas verdaderas de hacer algo ahora. Elegí una al azar y la posé en lo que simulaba un atril.
Comencé con una nota, luego otra y la subsiguiente para formar acordes mayores, menores, aumentados o disminuidos, recorriendo cada octava de séptima en séptima y tomando el grado dominante de cada escala. La dulzura, la penumbra, la luz y el suspenso se sentían con cada pequeño sonido tan distinto al resto, llevándome con miles de oleadas a inspeccionar mi propio corazón.
Una lágrima se escapó, recorriendo tan sigilosa y tímida mi mejilla derecha, como si ella también temiera de mi rostro y su imperfección.
Miré hacia la ventana, con lo cual decidí acercarme a ella con temblores en las piernas y presa de una molestia que desataría lo peor contra mi persona.
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Los Límites de Nuestro Amor Eterno (Un fanfic de "El Fantasma de la Ópera)
Fanfiction(Les prometo que es una historia hermosa♡) Las huellas de la vida van quedando tras las personas con cada paso que dan. Los sueños, la dulzura y el amor rodean y crean todo un espacio en donde el tiempo parece detenerse. Lina, una chica huérfana y a...