Erik
Me encontraba detrás del cuarto de Lina, sintiéndome como un tonto.
Me dolía, me exasperaba el escucharla sollozar. Me partía el corazón y el alma haberle fallado.
Había permanecido demasiados minutos detrás de su puerta, llamándola e intentando que me abriera.
Pero no dijo cosa alguna que me revelara un permiso. Las lágrimas descendían por mi rostro, mientras estaba lleno de impotencia y sin ser capaz de reaccionar.
No planeaba herirla, no planeaba ser así de desatinado.
Permanecí ahí fuera durante un tiempo, aguardando una señal que me diera alguna oportunidad, aunque sabía que no me la merecía. No entendía qué me había pasado, por qué había actuado de esa manera tan ilógica e irracional.
Tardé en partir de su lado, de alejarme para brindarle el espacio, la verdadera libertad lejos de mí, porque sabía que podía sentirme, que lograba percibir mi vibra y energía.
Mis pasos estaban aletargados, pesados como nunca. Su llanto había sido demasiado desgarrador que, fue llevando consigo todo mi ser.
Fui un estúpido, un mismísimo idiota.
Entonces, al encerrarme en mi alcoba, mi mente comenzó a divagar, llevándome por los rincones cercanos que los recuerdos del pasado casi inmediato había creado. Recordé a Christine, cómo la había encontrado y todo lo que me contó, desaforadamente, con una vehemencia que terminaba por mostrar lo angustiada y desesperada que se encontraba.
Todo había tomado un camino diferente en aquel instante, actuando como una especie de luz frente a mí.
Pero aquello quedó a un lado cuando no fui capaz de ver por Lina, pues había tenido demasiado presente nuestro compromiso, aquel plan que tanto me intrigó e ilusionó a lo largo de la semana, pero que de pronto se vio truncado y aislado por un hecho nuevo y trascendental...
No tenía perdón, cómo pedirle y rogarle que tuviera misericordia de alguien como yo, que se había alienado gracias a una historia que todavía estaba lejos de su integridad, pero que con cada día se acercaba más y más, dejando asomar esa sonrisa siniestra y catastrófica de la venganza...
Lina, mi Lina...
Me recosté en la cama sin poder pegar ojo, sino que solo concentrándome en el montón de lágrimas que causaban mi lenta perdición...
El pecho dolía, ardía y me lo merecía. Y aclaro, decir que me lo merezco no busca una justificación ni un intento de piedad ajena, pues era la verdad y lo sigue siendo.
Es extraño ver que, algo no termina de concretar su final cuando aparece otra cosa nueva para ahuyentar todo tipo de esperanza. Supe que las horas pasaban, mi cuerpo era testigo de ello, pero nada bastaba para hacerme renunciar, sin embargo, fue el mismo sollozo y lamento el que me encaminó a un sueño.
Y era lo peor, porque el dormir atenúa el dolor, lo hace decrecer, mermar, hasta un punto en que te ves engañado e iluminado, mas en el instante en que puedes volver a entender y vigilar el alrededor, eres consciente de que nada ha pasado, de que nada ha tenido su desenlace y que el sufrimiento sigue y continúa hasta hallar su destino correcto y desistir, para dejar pasar a la alegría renacida.
El despertar resultó más que desalentador. No podías confiar en ti mismo, sino que, solo comenzar a dudar de cada paso y respiro que se profesa.
Porque así era, así debía hacer, sin escape alguno.
Levantarme fue involuntario, aunque seguido de una fuerza o aliento que no tenía punto claro de inicio. Mi corazón se sentía desvanecer, ceder ante la pena y la tristeza desmedida. Debía de hacer algo, de actuar rápido para poder remediar (yo mismo lo veía imposible) lo que había realizado.
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Los Límites de Nuestro Amor Eterno (Un fanfic de "El Fantasma de la Ópera)
Fanfiction(Les prometo que es una historia hermosa♡) Las huellas de la vida van quedando tras las personas con cada paso que dan. Los sueños, la dulzura y el amor rodean y crean todo un espacio en donde el tiempo parece detenerse. Lina, una chica huérfana y a...