Capítulo 19

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Lina

La noche fue... A ver, cómo decirlo... Definitivamente no la pasamos muy bien.

Erik me estuvo cuidando, porque no paraba de quejarme. Sé que me despertaba, pero justo cuando lo hacía él parecía dormir.
El dolor me molestaba, pues si intentaba moverme un poco se hacía presente y una pulsación constante no me dejaba en paz.

Ninguno logró descansar como debía. Se notaba que nuestras energías no estaban del todo repuestas. Cuando el sol nos deslumbró con su luz, supimos que ya no podríamos continuar intentando dormir. Sé que desperté de las últimas, puesto que cuando abrí mis ojos, pude sentir cómo Erik me hacía cariño en la frente. Una sonrisa se dibujó en mi rostro ante aquel gesto tan hermoso.

A medida que mis párpados se iban separando, la imagen de él se iba aclarando. Pude divisar su cabello despeinado, su propia sonrisa llena de tanta estima y cómo se apoyaba sobre su codo.

- Buenos días, mi Lina.- no pude evitar sentirme realmente dichosa ante aquella forma de llamarme.

- Buenos días, mi Erik.- bostecé, dándome cuenta de que, a pesar de ya haber amanecido, era bastante temprano. Quizá, el clima estaba empezando a cambiar.

- ¿Cómo amaneciste?- suspiré, aún risueña. Sus cariños no se detuvieron.

- Bien, creo...- miré la ventana, luego el armario y el resto de la habitación.- Perdón por molestarte tanto, interrumpí tu sueño...

Me costaba abrir los ojos. El no dormir bien y el llanto de la noche anterior influían notablemente.

- No te preocupes, ni siquiera siento que me faltó descansar.- lo dijo tan alegre, lleno de luz. Su manera de excusarme me enternecía.

- Eres muy lindo...- acaricié su mejilla derecha, aún somnolienta, pero cada vez más consciente. Puso su mano sobre la mía y la acarició. Me encantaba que hiciera aquello, en el último tiempo había tomado por hacerlo muy frecuentemente.

- ¿Tienes hambre?- negué.

- No, estoy bien...- volvía a dormitar sin darme cuenta.- ¿Y tú? ¿La tienes?

También dijo que no.

- Entonces, quedémonos aquí un ratito más...- claro, como si realmente pudiese moverme por cuenta propia. Debía de pensar cómo ir al baño por mí misma. Todo un misterio.- Por favor.

Escuché una tenue risa de su parte.

- Por supuesto, quedémonos acostados.- me abrazó suavemente y depositó su cabeza en la zona de mi cuello. Esto me hizo algunas cosquillas. Posteriormente, mis ojos volvieron a cerrarse, haciéndome dejar el mundo de nuevo.

Al parecer, ambos nos quedamos dormidos, pero ninguno lo sintió o se preocupó por ello. Aprovechamos de seguir descansando, saliendo de nuestra propia rutina, saltándonos todo. Sé que, lo disfrutamos bastante, pues se sintió como un verdadero reposo, una fidedigna instancia para reconfortarnos después de una velada que nos dejó más agotados de lo que ya estábamos. Pasamos de largo, quedándonos en la misma posición hasta, más o menos, las diez de la mañana.

En medio de un sueño que al final no logré recordar y que, sin embargo, me había parecido dulce y tranquilo, me desperté con un poco de frío. Mis hombros y brazos se habían helado. Abrí mis ojos con suma lentitud, todavía notando lo pesados que se encontraban. La consciencia iba regresando y mi mente comenzaba a trabajar.

Los Límites de Nuestro Amor Eterno (Un fanfic de "El Fantasma de la Ópera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora