Capítulo 32

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Lina

La luz del día, los rayos emitidos por nuestra estrella que es el Sol, llegó a mis ojos como una suave caricia.

Los abrí, lentamente, divisando algo borroso mi alrededor. Estaba tan cómoda, el ambiente completo era apacible. La naturaleza resguardaba nuestro sueño.

Mi vista daba directa hacia la ventana, así que me fui acostumbrando a la claridad inmediata. Bostecé, acercando mi mano a mi boca. Entonces, divisé mi brazo entero y, mirando a mayor cavalidad mi todo, noté que no estaba vestida.

Me quedé pensante un instante, sin reaccionar hasta que, cerré mis ojos, mordiéndome el labio, rememorando el por qué y esbozando una sonrisa completa de felicidad sincera.


Los nervios o algo parecido a ellos, vinieron a mí, abrazándome con energía.

Observé hacia mi costado y vi a Erik, durmiendo plácidamente, con su rostro hacia mí. Me comencé a sonrojar, evocando los momentos de la noche de ayer. Estaba haciendo un grito interno.

Miré el techo y otra sonrisa se formó en mis labios.

¿Qué había pasado?

O, mejor dicho, ¿Qué no había pasado? Sentí otra ráfaga de emoción. Traté de no meter ruido alguno, pues no deseaba despertar a mi novio.

"Mi novio". Es que...¿Verdad que era realmente hermoso? Me encantaba, no daba más de la dicha.

Volví a ver su cara, con sus párpados unidos. Me percaté de su brazo sobre mi abdomen, abrazándome. Lo toqué, con suavidad. Debía de estar roja, más que un tomate.

Y, debo de admitirlo, estaba algo avergonzada (quizá, mucho). Creo que aquel pudor es normal, porque... Había dado un paso que nunca antes había imaginado: era mi primera vez.

Él...¿Estaría igual de pudoroso que yo?
Cierro mis ojos y los recuerdos recientes vuelven a mi cabeza y fulminan a mi corazón con tal acontecimiento tan especial. De verdad, lo amaba demasiado, totalmente.

Decidí acomodarme, girarme un poco para poder encontrar otra pose más confortable. Estaba bastante risueña, era inevitable.

Entonces, fue en aquel mismo instante en que, Erik se removió suavemente a mi lado y me atrajó más a él, de forma inconsciente. Cerré mis ojos, pues se sentían pesados, hasta que mi pareja dio luces de querer empezar su jornada. Mi corazón latía a mil, desaforado en su totalidad.

No relajó su agarre, sino que solo aclaró un poco su voz, antes de hablar en voz baja.

- Buenos días, mi Lina- musitó, poniendo su cabeza en mi hombro.- ¿Cómo amaneciste?

Me giré para poder divisarlo bien, observar su rostro y sus gestos. Le sonreí.

- Desperté muy bien, mi Erik.- esbozó una de sus sonrisas que despertaban a cualquier alma.- ¿Y tú?

- Perfectamente. A tu lado, nada puede ser mejor.- dijo, haciéndome sentir tan querida. Me encantaba, siempre sabía cómo transmitirme su amor, en cada gesto, en cada paso o movimiento.

Lo envolví, pegándome a su pecho. Escuchaba sus latidos.
Comenzó a acariciar mi cabeza, peinando un tramo de mi cabello.

Los Límites de Nuestro Amor Eterno (Un fanfic de "El Fantasma de la Ópera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora