Capítulo 14

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Christine

Me encontraba revisando unos papeles. Había algo que, no concordaba en ellos. Decidí ir a buscar a Madame Giry, disculpándome por la hora, pero consciente de que, era importante. Dentro de un tiempo, ya podríamos llegar a concretar la verdadera inauguración de la Ópera, dándole la bienvenida al público con los actos que, estábamos preparando.

Casi todos los bailarines, cantantes y músicos habían llegado profundamente preparados, siendo elegidos por la misma razón. En unos meses, con tanta emoción y anhelo por revivir este teatro que se llevó mis mejores días, lograríamos mostrar estos nuevos talentos al mundo.

Salí de mi habitación para dirigirme a la suya. Antes de lograrlo, Raoul me habló.

- ¿A dónde vas? - lo miré, contemplando cómo también estaba ensimismado en unos documentos.

- Necesito hablar con Madame Giry sobre unos asuntos. - asintió, haciendo una mueca de desconformidad.

- ¿Tan tarde?- se paró de su asiento, acercándose a mí. Lo miré, seria, pero compasiva a la vez.

- Sí, es imprescindible. Iré con ella y volveré cuando termine. - abrí la puerta-. No te preocupes de esperarme despierto, si deseas descansar solo hazlo.

Le sonreí. Pero no era una sonrisa con el brillo de antes.

Ambos éramos testigos de aquello.

Él tampoco lo hacía como antes. Mutuamente nos habíamos desgastado.

Salí, cruzando los pasillos con el corazón tranquilo y alegre por dejar aquel cuarto lleno de tensión atrás. Solía admirar cada cuadro, cada diseño del empapelado y los detalles de las luces. Era demasiado hermoso, incluso más de lo que era antes, cuando estudiaba aquí.

Los recuerdos pasan por mi mente, entremeciéndome de solo pensar en ellos.

Doblé la esquina del pasillo, en donde se encontraba la habitación de Madame. Llegué a la puerta, frente a esta, y toqué, pero nadie respondió. Volví a golpear un poco más fuerte, temiendo que estuviese dormida y pudiese molestarla. Sino me respondía, solo me iría.

Sin embargo, escuché un sonido, un movimiento venir del interior. Puse mi oído en la superficie, pero no logré vislumbrar qué era. Di vuelta el cerrojo, comprobando que no tenía llave. Me decidí a abrirla, segura de que, Madame no había escuchado.

Volteé la manija por completo y abrí la puerta.

No esperaba lo que vi a continuación.

Cómo imaginarlo, cómo esperarlo.

Ahí estaban. Los dos. Entrelazados en lo que parecía un abrazo, pero que desencadenaba mucho más. Se encontraban demasiado cerca.

Casi se besaban. Estaba segura de aquello. Pero eso no importaba, eso carecía de trascendencia.

Esto no debía de estar pasando, esto no podía ser.

Era él, estaba segura, pero no podía admitirlo. Su figura, su cuerpo, sus manos, su perfil...

Di un paso, temblando por creer que, solo era una alucinación que, sin embargo, parecía tan real, tan verdadera.

Los Límites de Nuestro Amor Eterno (Un fanfic de "El Fantasma de la Ópera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora