Capítulo 33

479 25 141
                                    

Gisèle

18 años y cuatro meses atrás.

Me encontraba con múltiples emociones rondando por mi corazón. El paisaje parecía tan hermoso en esta época del año... Era como si la naturaleza buscase hacerme sentir mejor.

Había tenido que renunciar a lo único que me quedaba de mi vida pasada, la cual era tan próxima que parecía que pudiese tocarla y revivirla. El carro nos llevaba a un ritmo apacible. Mis manos sobre mi vientre ya abultado. Le hice cariño suavemente, sintiendo las pataditas que mi bebé llevaba a cabo.

- Todo estará bien, Gisèle. No hay nada de qué preocuparse.- me volteé para ver a Madame Giry, que me sonreía con toda la bondad del universo. Era la persona más dulce, amable y gentil que había conocido, después de Camille.

Asentí, sonriéndole de vuelta.

- ¿Se está moviendo?- inquirió, haciendo que no dejase de verla.

- Sí, me está golpeando levemente.- contesté, apreciando los movimientos de mi futuro hijo o hija.

- ¿Puedo tocar?- consultó, admirándome con una simpatía inigualable.

- Claro, por qué no...- nadie había tocado mi estómago con anterioridad. Era la primera vez que me lo pedían. Se sentía extraño, pero era solo para sentir al ser humano que se comenzó a formar dentro de mí.

Cuando la posó, esperamos unos segundos antes de que volviera a sentirse uno de los movimientos de sus extremidades.

Pareció alegrarse en cuanto los percibió.

- Se nota demasiado cuando te da los golpecitos. Ha de estar creciendo realmente fuerte, ¿no crees?- sus ojos se posaron en los míos. Eludí su mirada.

- Sí, puede ser...- a veces, existían ocasiones en las que todo se volvía ajeno a mí, en las que tenía miedo y no podía aceptar que iba a convertirme en... mamá.

Había imaginado algo distinto para mi vida, había imaginado algo distinto para mi presente. Un presente en el cual tuviese familia, tuviese un hogar para refugiarme con comodidad...

Con el calor de una madre que siempre me sonreía....

- Tenemos que prepararnos para cuando llegue. No nos puede tomar del todo desprevenidas.- me sacó de mi trance; se esforzaba por animarme y alentarme a continuar.

- Claro, debo de comprar algunas cosas antes de que nazca.- susurré, algo desalentada. No sabía qué haría cuando llegase el momento. No tenía dinero, con suerte podía mantenerme a mí misma y no iba a abusar de la generosidad de Madame Giry.

Perdóname, Lina, por no haber podido enfrentarlo todo como necesitabas. Lo siento tanto, lo siento tanto...

- Ya vamos a llegar a casa. Te gustará, con Meg nos encargamos de hacerla realmente acogedora y alistamos tu cuarto. Espero que te encante, ha quedado muy bello.- la volví a ver, admirando su desplante optimista.

En cualquier momento sollozaría.

- Muchísimas gracias, de verdad. Ha hecho demasiado por mí. Se lo retribuiré algún día, lo prometo.- negó de inmediato con la cabeza.

Los Límites de Nuestro Amor Eterno (Un fanfic de "El Fantasma de la Ópera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora