Capítulo 23

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Lina

Lo estaba mirando.

No paraba de impresionarme tanto de cómo había accedido. Me mordí el labio por tener sentimientos encontrados.

Eran amigos, sí, amigos. Era justo que se apoyaran mutuamente...creo. Yo también tenía amigos ahora y eso es lo que hacemos, pero...

La noche estaba a punto de caer. El clima estaba cediendo ante el frío, las temperaturas descendían considerablemente. Decidí irme a mi habitación antes de que se fuera. Sentía un cosquilleo molesto en el pecho. Estaba nerviosa, incómoda.

Llegué al cuarto y me encerré.
Comencé a caminar de un lado al otro con suma tranquilidad, estudiando mis pasos y practicándolos para ganar estabilidad. No podía concentrarme en nada más que en el hecho de que, Erik se iría una vez más con Christine.

Era una excepción. Solo esta vez y nada más.

Lina, no te alteres de más; no temas cosa alguna. Erik te lo dijo, un único fin de semana. Sabía que estaba esperando a que llegara la hora, porque se notaba demasiado ansioso, sumido en sus cavilaciones, en lo que estaba sucediéndole a ella.

No podía ser egoísta y, sin embargo, así me sentía al pensar en que podría quedarse conmigo, que tuviese la oportunidad de rehusarse y permanecer a mi lado. No quería ser aprensiva, no quería parecer inconsciente. Está bien, ¿no?

Veamos, esto es normal. Solo piénsalo así y déjalo estar. Sabes que él comprende que te cuesta, así que, cuidará de tu corazón. ¿Por qué te sientes de esta manera?

Sentí la puerta abrirse con suavidad, luego de unos pocos toques que le brindaron. Me giré para poder mirar en su dirección.

- Ya es hora de irme...- era más temprano de la hora común a la que solía partir. Mi pecho estaba agitado, cada latido amenazaba con romper todo a su paso, inclusive mi caja torácica.

Asentí, sonriéndole. Se notaba en sus ojos qué era lo que estaba ocupando su mente, qué era lo que lo preocupaba. Ni siquiera habíamos podido hablar con normalidad este día. Tenía ganas de contarle algunas cosas, pero quedaban pequeñas, o así lo percibía yo, en relación a lo acontecido en el presente.

- ¿Tan pronto?- pregunté, dulcemente. Trataba de disimular todas las emociones que me abordaban. No deseaba aumentar más su estrés. Tragué saliva.

- Sí, creo que es mejor que me vaya ahora.- suspiró. Me acerqué a su persona y tomé una de sus manos. La posé entre las mías.

- Tranquilo, todo resultará más que bien.- me costaba respirar sin notar esa especie de dolor que estaba naciendo.- Estoy segura de que, le ayudará mucho tenerte a su lado. Conversar le servirá más de lo que imaginas para hacerla sentir mejor.

Miré sus dedos tan hermosos, típicos de un pianista amaestrado. Fui soltando su mano con lentitud. No me la volvió a tomar. Tampoco lo esperaba, pero... Pero solo se alejó un poco para terminar de arreglarse. Lo quedé viendo con mi rostro risueño; risueño por fuera, no por dentro.

- Espero que tus palabras se hagan realidad, Lina- me brindó una de sus sonrisas que me embriagaban el alma.

- Así será, así que...- tomé parte de mi energía, que sabía que sería realmente efímera, para darme ánimo y transmitírselo a él. Me había apoyado en todo lo que necesitaba y sabía que así seguiría siendo, de tal forma que, tendría que devolvérselo de la misma manera.- Respira en paz. Harás que Christine se sonría, se sienta feliz, y se distraerán juntos con su música. Se divertirán.

Los Límites de Nuestro Amor Eterno (Un fanfic de "El Fantasma de la Ópera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora