Capítulo 3

1.2K 82 121
                                    

Lina

Llegamos al pueblo. Fue un viaje silencioso, sumida en mis pensamientos, en las múltiples evocaciones emocionantes que vivimos en el último día.

Podíamos ver a las personas caminando tranquilamente. Esto era lo bueno de venir muy, pero muy temprano a realizar nuestros asuntos. La llegada de la primavera había transformado en ambiente y el paisaje que era hace unos meses.

Las señoras caminaban con sus hijos tomados de la mano, los caballeros iban conversando con sus, supongo, amigos y muchos niños estaban jugando y corriendo alegremente entre ellos. Las tiendas habían abierto hace poco y sus dueños y sus trabajadores limpiaban y arreglaban el lugar para las futuras visitas que los dotarían de ganancias al final del día. Era un espacio tranquilo y lleno de paz, pero como dije antes, esto cambiaba una vez que llegaba el mediodía y se les decía adiós a las primeras horas de la mañana.

Iba observando todos los productos puestos en las letrinas y me paraba para poder admirar cada uno de los detalles que los conformaban. Llegamos frente a una zapatería. Me emocioné al ver diseños tan hermosos, tan únicos y delicados.

- Mira, máma, ¡Es muy bello! - le apunté a uno directamente a través del vidrio. Era de color crema, con algunos dibujos muy sutiles de color rosado, uno no muy fuerte, pero que le dotaban de aquella dulzura tan especial - son perfectos.

Mi mamá me sonrió. Cada vez que se acercaba la fecha de mi cumpleaños veníamos al pueblo y elegía algo para mí. Era su regalo, uno encantador y fantástico que, desde los 12 años, me dediqué a hacerlo yo. Siempre cuidaba que no fuera demasiado costoso, pues tampoco quería aprovecharme de la oportunidad y sentirme culpable.

- Entremos y veamos si tienen de tu talla - seguí sus pasos y nos vimos rodeadas de zapatos de distintos estilos. Pedimos el diseño que había captado mi atención.

Me senté en uno de aquellos pequeños sillones aterciopelados y pude probarlo. Calzaba justo, ni muy apretado ni muy suelto. Se veía precioso en mi pie y ya sabía cómo combinarlo. Mi mamá pidió que lo empacaran y envolvieran para, de esta forma, poder llevarlos a casa y contener la tentación para usarlos antes del gran día. Ella me conocía muy bien, sabía que era muy traviesa y ansiosa en cositas como esta, pero ya había aprendido a cómo manejarme.

- ¡Muchas gracias, mamá, no te imaginas lo feliz que estoy!- le di un cálido abrazo y ella me lo correspondió. Fue muy dulce y reconfortante sentir sus brazos en mí.

- Ahora, vamos a comprar algo delicioso para comer y llevar a casa - asentí sonriente. Era consciente de que mi mamá ahorraba cierta cantidad para poder hacerme el regalo, pero como cuidaba de gastarlo todo, resolvíamos darnos un pequeño gustito y disfrutar con aquello que sobraba.

Pasamos por la pastelería y por la panadería. Compramos algunos dulces y panes. Aquellos pastelitos eran mi debilidad, cualquiera que fuera lograba hacer temblar mis sentidos y atraerme con su presentación, eso sí, me controlaba para no ceder ante ellos.

Seguimos paseando y admirando el paisaje. Nos sentamos en una banca de un parque que marcaba el centro del pueblo. Sentíamos cómo el sol empezaba a calentar el ambiente y cómo la temperatura ascendía.

- Así que, ayer tuviste un momento cercano con Erik... - dijo de pronto mi madre.

- Sí, fue todo por casualidad - dirigí mi mirada a mis pies y empecé a moverlos como siguiendo un ritmo.

- ¿Y no quieres contarme cómo fue todo? ¿Qué sucedió? - sentía que intentaba hacer contacto con mis ojos.

Recordé lo emotivo de la situación. Volví a percibir las lágrimas de Erik en mi hombro y su mirada llena de dolor. Cada uno de sus temblores eran símbolos de aquella agonía acumulada, de aquel pasado injusto y nefasto. Su suplicio se liberaba con cada exhalación, pero volvía a su dueño cada vez que inspiraba. No, no podía contarle lo que había pasado. Sería como romper aquella marca de confidencialidad, aquella confianza extravagante que llenó el momento y que, pensándolo bien, resulta bastante curioso. Cumpliría como una amiga.

Los Límites de Nuestro Amor Eterno (Un fanfic de "El Fantasma de la Ópera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora