Capítulo 20

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(¡OMG! ¡Llegamos al capítulo veinte!)

Lina

Ahora, en el presente.

La luz que entraba a través de las cortinas no fue capaz de despertarme del todo, sino solo abrir un poco mis ojos para notar que ya había amanecido. Seguí durmiendo hasta que el ruido de los pasos de Erik me hicieron saber que ya debía de empezar la jornada también.

Me levanté con el cuerpo algo pesado, sin muchas ganas de salir de la cama realmente. Estaba bastante ansiosa por este día, por el final de este y cómo tendría que presentarse todo. Solo había que imaginárselo, nada más. Me costaba aceptar que las horas pasaban y que, gracias a esto, Erik iría a donde Christine.

Me arreglé un poco el cabello para no salir con él desordenado por completo y me sonreí, porque me nació hacerlo, como si fuera una forma de darme ánimo, de decirme que me tranquilizara y que todo estaría bien.

¡Vamos, Lina! Esto es solo por Erik, aunque realmente no estás haciendo nada. Sabes que lo hace feliz y que vive por su música. Deja que esta fluya, que esta tome vuelo, a pesar de que sea con Christine. Estate en paz, pues conoces el presente y cómo ha cambiado todo; conoces el camino recorrido. No tienes que temer, ¿por qué lo haces?

Y realmente, no entendía la clase de presión que aquello me causaba, pero solo ha de ser la idea de verlo cerca de alguien que es más que trascendental en su vida y que, sin embargo, te ha hecho cierto daño. Además, no podía olvidar que ella también lo amaba, que ella guardaba aquellos sentimientos en su corazón como un tesoro preciado y sin descartarlos.

Y lo había mencionado. Christine no estaba aquí para mirar simplemente. Eso, de alguna manera, despertaba un poco de pavor en mí.

Con aquellas meditaciones, me acerqué a la puerta y fue sacando el pestillo. Di la vuelta a la llave y la saqué antes de abrir. Cuando lo hice, me llevé un pequeño susto que me hizo lanzar un minúsculo grito.

- ¡Erik!- dije, una vez que la impresión me abandonó. Al parecer habíamos topado en el momento exacto en que él se precipitaba a tocar y yo, a salir. Se rio un poco, tapándose la boca para no dejar salir una carcajada mayor.- ¡Me asusté!

No pude evitar sonreír, también, hasta el punto de yo misma comenzar a reír. Era divertido estar a su lado, puesto que salían tantas cosas de improviso llenas de un gozo excepcional. No sabía cuánto iba a extrañar estas sonrisas, estos gestos y miradas llenas de cariño, de alegría. Cuánta nostalgia me causaría el evocarlas, atraerlas a mi memoría hasta el punto de no soportar el dolor.

- Venía a buscarte, Lina- entró a la habitación. Me quedé en mi lugar, mirándolo.

- ¿Mmm? ¿Para qué?- dije con dulzura, con suavidad. Estaba bastante arreglado, incluso para ser tan temprano. Debía de estar ansioso, quizá no pudo dormir lo suficiente por la misma emoción. Estaba bien, todo estaba bien.

- Para que vayamos a tomar desayuno. Lo tengo todo listo- se acercó a mí. Me miró con calidez y me besó la frente, mientras tomaba mi rostro entre sus manos. Cerré los ojos durante aquellos segundos que sus labios permanecieron en contacto con mi piel. Algo me aprisionaba el corazón, me lo apretujaba.

- Estoy más que lista- envolví sus muñecas con mis manos. Lo vi con mucho cariño, añorando y rogando por dentro que todo continuase de la misma manera, que se mantuviese imperturbable. Me acarició las mejillas y fue separándose de mí.

Los Límites de Nuestro Amor Eterno (Un fanfic de "El Fantasma de la Ópera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora