Capítulo 38

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Lina

Me quedé parada en medio del pasillo, frente a la entrada de la casa, mirando la puerta y deseando que Erik regresase, que pasase por el umbral y estuviera aquí.

- Madame Giry, ¿qué hacemos? Necesito ir con mamá, debo de acompañarla...- decía Gustave. En los pocos minutos que transcurrieron desde que nos quedamos los tres solos, nadie se había movido en beneficio de la productividad.

Mi corazón estaba inquieto, latía a mil por hora. Me sentía tan preocupada, no paraba de acrecentar la sensación de miedo que me albergaba.

- Madame... ¿qué piensa hacer?- escuché por detrás. Me di media vuelta, dándome cuenta de que mi madre se encaminaba al segundo piso. La seguí con la mirada, mientras Gustave iba tras ella corriendo.

Teníamos que hacer algo, pero no sabía si contábamos con el apoyo de mi mamá. Ni siquiera pude hablar con ella... Realmente, anhelaba poder charlar y terminar lo que había quedado pendiente.

No quería que pensase que no la amaba, que el cariño que guardaba hacia su persona se había disipado.

Fui subiendo, cuidando de no errar mis pasos y caerme. Al llegar donde el resto, vimos cómo mi mamá ordenaba algunas de sus cosas.

- Mamá...- se movía con suma agilidad, yendo de un lado a otro. Mi pecho comenzó a sentir una presión cada vez más grande.- Acaso... ¿Irás con ellos?

Apenas terminé mi pregunta, me miró directamente.

- Yo...- respiró hondo, notando que mi angustia estaba llenándome por completo. Se acercó a mí con prontitud.- Tengo que hacerlo. No puedo quedarme aquí, necesito estar allá para ayudar.

- Pero... Eso es peligroso...- mi respiración se comenzó a acelerar. La vi a los ojos e intuí que para ella, según su pensamiento, las cosas eran bastante arduas para dejarlo todo a manos de los demás.- Iré contigo.

- No, no lo harás. Erik te lo dijo, te explicó que eso no es posible...- se fijó en la situación crítica en la cual se encontraba Gustave.- Hijo, ¿por qué no sales unos minutos?

- ¿Eh? - se fijó en mí. Desvié mi vista.

- Por favor. Hay algo que debo decirle en privado a Lina.- le hizo un gesto lleno de ternura que pedía por comprensión. A los pocos segundos, la puerta se cerró, dejándonos solas.

Se movió, indecisa, sonteniéndose sobre sus pies igual de inseguros. Estaba asustada, todos lo estábamos.

Se fue acercando a una de sus cómodas y con mesura, como si estuviese cuidando algo, fue abriendo uno de los cajones.

Me mantuve callada, observando sus pasos y percatándome de lo que estaba sacando de aquel mueble.

Me quedé sin aliento de inmediato.

- No, no...- retrocedí a medida que ella se aproximaba con el objeto entre sus manos.- No puedo, no me dejes eso...

- Lo necesitarás, pase lo que pase, tienes que tenerla contigo.- me indicó que tomase el arma, la misma con la que Raoul había apuntado a medio mundo.

Los Límites de Nuestro Amor Eterno (Un fanfic de "El Fantasma de la Ópera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora