Lina
Lo admiraba en pleno silencio, deleitándome con aquel encanto tan propio de su persona.
Me sonreí.
Era algo extraño esta paz, esta privacidad que me había sido arrebatada hace un tiempo, pero la había recuperado y en ella estaba incluido el ser más hermoso que había conocido.
Palpé mi estómago, sintiendo un pequeño escozor. Me preguntaba qué haría cuando tuviese que limpiarme la herida y hacerme la respectiva curación. Me costaba mirarla sin sentir algunos nervios y escalofríos a causa de la imagen.
Percibí que alguien se removía.
Me volteé para mirarlo con detenimiento. Cuánto extrañaba estas mañanas.Emitió un sonido, como si estuviese quejándose, pero solo estaba durmiendo. Me pegué más a su persona, abrazándolo con suavidad. Tenerlo tan cerca me entregaba una dicha tan sublime y perfecta. Lo amaba inconmensurablemente.
- ¿Cómo es que eres tan lindo?- susurré, casi imperceptible, sonriéndome por la visión que tenía ante mí. Deposité mi cabeza sobre su pecho, siendo consciente de su ritmo cardíaco.
Cerré mis ojos, apreciando este instante que me llenaba de la más plena felicidad. Me relajé por completo, deseando que este momento perdurara eternamente, pero aunque era conocedora de que no sería así, no sentía pena, pues nos quedaban miles de mañanas en las cuales entregarnos este calor tan maravilloso.
De pronto, por sorpresa, noté cómo una de sus manos rozaba mi espalda. Me quedé estática, atenta a sus movimientos. Observé su rostro y todavía estaba sumido en sus sueños, mas me apretó un poco, aferrándome más a su persona. Me encantaba cómo él mismo se delataba.
Dejé que me abrazase cómo quería, apreciando que volteó su cuerpo, quedando ambos frente a frente. Mantuve mi vista en sus ojos, cuyos párpados cubrían cualquier indicio de una posible mirada. Volví a apretarlo con intensidad, aunque menos que ayer.
Sin percatarnos, las mañanas ya no eran cálidas como antes, sino que se habían vuelto frías, casi congelantes. Nos abrigué de mejor manera, resguardando todo el calorcito que habíamos estado acumulando.
No supe cómo ni cuándo, pero me quedé dormida nuevamente, gozando de tener a mi lado al ser que amaba y adoraba.
Entonces, transcurrieron algunas horas antes de que los dos recibiéramos al amanecer de la manera que correspondía. Una mano me removía con suavidad, haciendo que me despertara y regresase al mundo terrenal.
Para mi sorpresa, no era Erik quien me había estado sacudiendo, sino que, era mamá la que nos estaba tratando de levantar. Sus ojos se conectaron con los míos y nos sonreímos sin pensarlo y al mismo tiempo. Iba a hablarle, pero ella posó un dedo sobre sus labios, deteniéndome.
Me indicó a Erik, el cual estaba adormecido y completamente relajado, mientras me apretaba contra su persona.
- Ya es hora de que se despierten...- pronunció, musitando a un nivel tal que era demasiado difícil entenderla. Asentí, asumiendo que había comprendido su mensaje.- Voy a ir a preparar su desayuno.- me dedicó otra sonrisa. Estaba más que contenta y aliviada de verme amanecer en nuestro hogar.- Quédate aquí, no intentes levantarte sola. Te traeré el desayuno... Bueno, se los dejaré a ambos.
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Los Límites de Nuestro Amor Eterno (Un fanfic de "El Fantasma de la Ópera)
Fanfiction(Les prometo que es una historia hermosa♡) Las huellas de la vida van quedando tras las personas con cada paso que dan. Los sueños, la dulzura y el amor rodean y crean todo un espacio en donde el tiempo parece detenerse. Lina, una chica huérfana y a...