Capítulo 39.

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  Sobresaltada, Cía se incorporó en la cama. 

  David, debido al movimiento de la chica, se despertó. Tenía los ojos hinchados, pero continuaba siendo igual de guapo que siempre.


—¿Qué pasa, enana?

—Estás aquí... —susurró Cía—. ¡Estás aquí, joder!

—Pero dime, ¿qué pasa...? —Dijo David medio dormido y aún con un ojo cerrado.


  Cía no podía hablar. Todo, absolutamente todo había sido un pesadilla. La piedra supuestamente de Álex —que había entrado por la ventana—, que resultó ser de Laura, que David se marchara de su casa, el secuestro de ambos chicos y que a ella le diese igual su muerte. Todo había sido un mal sueño, al cual no querría volver por mucho oro que le llegasen a pagar.


—Tú... Te ibas... Te secuestraban... Te perdía... —iba contando Cía entre lágrimas...— Y yo...


  La chica no cesaba de llorar y David únicamente la abrazó.

  Con sus brazos desnudos sujetó el cuerpo empapado de ella y le besó la frente sudada.


—No ha sido real, pequeña... Nada de lo que has soñado ha pasado. Yo sigo aquí, ¿no me ves? —dijo David intentando meter un poco de humor en la conversación.

—Sí...


  Éste, sin dejar de abrazarla, la acostó de nuevo, pero esta vez sobre su pecho... Acariciándole el pelo y el hombro mientras repetía sucesivamente que se tranquilizase, que no iba a irse sin que ella se lo pidiese, que no pensaba dejarla.


—¿Te quedarás...?

—No pienso irme, Cía. Esta vez no —respondió David.— Creo que va a tocarte aguantarme durante mucho tiempo más; y me dan igual los kilómetros que nos separen, pequeña.

»No pienso dejarte ir... Y aunque me tenga que ir yo detrás... Tú no te escapas.


  Cía, mirando aquellos ojos verdes azulados, y bajo las caricias de sus dedos en su cabello, volvió a dormirse.



5:36 de la madrugada en aquella misma habitación.


Bip. Bip.


  Acababa de llegar un correo electrónico al móvil de David y, súbitamente, despertó por la vibración.

  El móvil estaba encima de la mesita y sin despertar a Cía, quién continuaba completamente dormida sobre su pecho, alargó el brazo para cogerlo.


«¿Y estas horas quién puede ser?, pensó David.»


  Desbloqueó el dispositivo, le quitó todo el brillo a la pantalla y apretó el icono del sobre de Gmail.


"Señor David García;


Conforme nos pidió hace casi un año, hemos dado con la búsqueda de su petición.

Contacte con nosotros lo antes posible, por favor.


Atentamente:


M. Valls.

Jefe de Departamento de la Policía.


Barcelona."

Noches entre foliosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora