Capítulo 53.

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 04:58 de la madrugada en aquella misma habitación...

Ojos.

Ojos verdes azulados.

Ese color invade toda la habitación.

Y le ve. Ahí está ese chico de los ojos verdes azulados. Delante de los pies de su cama. Al lado de la chica de los ojos verde esmeralda mezclados con gotas de Coca-Cola. Hacen buena pareja, a su parecer. Pero no. Ella no debería estar ahí. Él no es de ella. Él le sonríe, pero ella en cambio no. Ella está inconsciente. Ella no habla.

—¡Despierta, despierta! —chilla el chico. Pero ella no lo hace, aunque sigue de pie.

Un escalofrío recorrió la espalda de Cía. Sobresaltada se incorporó en la cama y se llevó la mano derecha a la frente. Empapada de sudor, decidió levantarse e ir al cuarto de baño a mojarse la cara. Era la segunda pesadilla consecutiva.

El reflejo en el cristal no se parecía en nada a ella. Los ojos enrojecidos, las bolsas hinchadas y con un leve tono morado.

Dejó de mirarse, y abrió el grifo para que el agua cayese sobre sus manos. Fría, como el hielo, sin pensárselo la echó en su cara acabando de despertarse del todo.

Se dirigió de nuevo a su habitación, abrió su armario y cogió la primera chaqueta que vio. Eran casi las 5 y cuarto de la mañana, y fuera, seguramente, haría frío.

Buscó entre los bolsillos de la maleta su paquete de Marlboro —por si a sus padres se les ocurría buscar algo, que no lo encontrasen— y salió al balcón que había en su habitación.

Sacó el mechero de dentro del paquete y a la vez un cigarrillo y se lo encendió. No acostumbraba a fumar, pero era algo que, en aquel momento, sin duda, le urgía.

La agonía de recordar que una de sus mejores amigas, estaba muerta, la estaba consumiendo.

Después del tercer cigarro contiguo, decidió entrar de nuevo a su habitación; necesitaba dormir aunque fuese una hora más.

Después de dar vueltas en la cama inútilmente, se dispuso a coger la cajita que yacía encima de su mesita. Observó de nuevo el anillo de plata y se percató de que en el interior estaba escrito su nombre en cursiva y con una letra preciosa.

Cogió la nota que se encontraba dentro de la caja y releyéndola una y otra vez, optó por hacer caso a la insinuación de Diego cuando le escribió el número en el reverso de ésta.

Apuntando los 9 dígitos en su teléfono, lo guardó con el nombre del chico y entró en WhatsApp. Revisó sus contactos y ahí estaba él. Con una foto suya de perfil en la que salía en una pasarela, desfilando con un chico más. Qué guapo era. Qué ojazos tenía. Su estado simplemente decía que era un chico "Ocupado".

"A estas horas estará aún durmiendo", pensó Cía al mirar su reloj-despertador en el que marcaban las 05:34.

Entró en su chat y vio que no había última conexión.

"Por si acaso", se dijo.

WhatsApp:

"05:35: Cía: Hola... ¿Estás despierto?"

"No va a contestar, es demasiado tarde, y si mañana tenemos que hacer el viaje, dudo que esté despierto", pensó Cía nada más acabar de enviar el mensaje, por lo que decidió dejar de nuevo su iPhone en la mesita de noche y dormirse.

Al cabo de diez minutos, el sonido característico del WhatsApp, sonó.

"05:46: Diego: Ahora sí, me ha despertado tu whats, pero no te preocupes; ¿qué haces despierta?"

Algo arrepentida, Cía tecleó lo más pronto posible.

"05:47: Cía: No podía dormir, y como no tenías última conexión no sabía si estarías durmiendo o no... Lo siento.

05:47: Diego: Ya te he dicho que no importa. ¿Estás bien, o necesitas compañía?, jajaja"

"Cómo no, Diego con sus coñas", pensó Cía evitando sonreír. No estaba para sonrisas, pero cuanto más lo pensaba, más quería sonreír.

"05:49: Cía: No estoy para gracias, Diego.

05:49: Diego: Tienes razón, Cía. Lo siento..."

"Tampoco pretendía molestarle", se dijo, "encima de que se está preocupando por mí..."

"05:51: Cía: Y bueno, cambiando de tema... No creo que el llevarme a Barcelona únicamente sea por acompañarme... ¿Quién se te ha perdido por allí?"

Silencio.

Escribiendo... En línea. Escribiendo...

Cía estaba poniéndose de los nervios.

"05:54: Diego: Bueno... A decir verdad, no es únicamente un viaje de compañía. Digamos que tengo un hermano perdido en Barcelona. Mi madre me dio en adopción nada más dar a luz. Sé que de ellos no se sabe nada, pero sé que mi hermano vive en Barcelona y tiene un año menos que yo..."

"Ese era el motivo por el cual me resultaba tan parecido a David... Es su hermano", concluyó Cía.

Noches entre foliosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora