Capítulo 7, parte dos.

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Dani


Sophie nunca deja de sorprenderme y es una de las cosas que más me gustan de ella. Me dice las cosas tal y como las piensa, y tiene seguridad en sí misma. No se avergüenza de su cuerpo; no como la mayoría de chicas —con las que he estado—, que sí lo hacen. Sophie es diferente a todas ellas.

Todavía no me creo el tiempo que llevamos juntos. Yo no era fácil de enamorar, y joder, aquí estoy abriendo mi corazón a una tía de pelo rojo.

Se podría decir que me cambió, cambió mi manera de ser, mi manera de pensar, me cambió a mí. Y me hizo mejor, mejor de lo que era. Sin duda estoy en deuda con ella.

Cuando la miro, está sonriéndome con esa cara de provocadora nata que tiene y que tanto me pone, y observo cómo se humedece los labios con la lengua. Esa lengua que nunca deja de fascinarme.


—Tengo un regalo para ti —me susurra Sophie.

—¿Otro? —pregunto extrañado—. ¿No crees que ya he tenido suficiente con el polo de Ralph Lauren y el reloj de Calvin Klein? —pero sé que no porque a Sophie no es que le falte el dinero.

—Sí, pero este regalito no te va a beneficiar sólo a ti —me provoca. Y noto cómo saca una especie de tubo de color granate rosado de su bolso.


Cuando ya lo tiene en la mano, me enseña la etiqueta para que lea su contenido y por poco se me sale la erección del pantalón. En la etiqueta se pueden observar las palabras: "DUREX PLAY. Fresa morango. Lubricante íntimo, aroma & sabor".


—¿Y... Esto...? —consigo decir.

—Me apetecía probar cosas nuevas contigo. ¿Te parece bien?

«Como para no parecerme bien.»


Por lo visto mi mirada lo dice todo cuando de repente se desabrocha su cinturón de seguridad y salta sobre mí, colocándose a horcajadas sobre mis piernas.


—Por lo visto cierta cosa se alegra de verme y del regalo que tengo... —dice señalando mi miembro ya erecto y sonriendo todavía más provocativa.

—Cierta cosa siempre se alegra de vert...


Pero antes de que pueda terminar la oración, sus húmedos labios ya están rozando los míos. Su mano derecha comienza a deslizarse por mi entrepierna y agarra mi miembro con fuerza. Suelto un leve gemido, pero hace que me calle mordiéndome el labio inferior mientras a la vez me estira el pelo con la mano izquierda.

«La deseo aquí y ahora.»

Coloco mi mano derecha en su cintura y comienzo a moverla hacia su espalda hasta lograr alcanzar la cremallera del vestido. Al tenerla entre mis dedos, lentamente la deslizo hacia abajo y separo los hombros del vestido de su dulce piel. Sentirla bajo mis dedos es sin duda otro mundo; es como quien encuentra un litro de agua en medio del desierto.

El sujetador que lleva es de encaje negro, uno de mis preferidos. Incluso así, la prefiero sin él. Situando mis manos en su espalda, hago que la prenda que me impide verle el pecho caiga como por arte de magia. Y cómo me encanta hacerlo.

Deja de besarme y mira el juguete sexual sonriendo. Abre el tapón y cogiéndome la mano derecha echa el líquido lubricante sobre mis dedos.

—Dime que te parece —me susurra en el oído, consiguiendo que los pantalones cada vez me aprieten más.

Hago lo que me dice y froto mis dedos haciendo que el líquido se caliente para ponérselo en el pecho a continuación. Sin dejar de mirarla, empiezo a rozar mis dedos en sus pezones. Sus gemidos hacen que los cristales del coche se empañen cada vez más. Cierro los ojos y con su pecho derecho en mi mano, coloco su pezón en mi boca, succionando fuerte, disfrutando del sabor ácido y dulce del lubricante y de ella. De mi Sophie.

Cuando noto que sus uñas empiezan a traspasar mi camisa, paro haciendo que ella también deje de gemir.

—¿Por qué paras? —me espeta.

—Vamos detrás —le digo, señalando los asientos traseros con la cabeza—, estarás más cómoda que aquí y además, podré comerte mejor...

Sophie sonriendo, asiente y se levanta de encima de mí. Conforme puede, pasa por dentro del coche, del asiento delantero a los tres traseros y yo la sigo a continuación.

En sus ojos irradia el deseo, la pasión del momento. Únicamente sus ojos son los que me chillan a viva voz que la haga mía. Ahora.


Noches entre foliosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora