(37) Corre

4.9K 174 15
                                    

Por favor, alguien que me pegue, que me pellizque, para despertar de esta horrible pesadilla.  Estoy atónita y aun no he podido reaccionar.  De veras, ni una lágrima, ni una palabra; solo observando el lugar por donde Víctor y la mujer esa desaparecieron.

“Estefanía, amiga, por favor, di algo” me suplicaba Safiro mientras intentaba llevarme hasta la mesa donde estaba nuestro grupo, y quienes eran testigos de lo ocurrido.

“Safiro, por favor, quiero estar sola” le dije soltándome de su brazo y caminando a fuera del lugar. 

“Déjala tranquila un rato.  Deja que organice sus pensamientos y procese lo que acaba de ocurrir” escuché a Lorena decirle.

Salí, necesitaba aire fresco, necesitaba despertar.  Así que me senté en la acera frente al local y bajé mi cabeza.  Fue entonces cuando lágrimas salieron de mis ojos y sentí destrozarme; me sentí impotente  Perdí a mi novio frente a mis ojos y no pude hacer nada. 

“Estás bien?” escuché a alguien preguntar.

Yo poco a poco fui levantando mi rostro.  Honestamente, no quería hablar con nadie, mucho menos que me vieran así.  Pero la preocupación en aquella voz sonaba genuina.

“Sí” le dije y sonreí al ver a Christian, hijo de uno de los profesores y estudiante de leyes.

“Lamento lo que sucedió” continuó sonando algo tímido.

“No te preocupes.  Creo que sobreviviré a esto” le respondí intentando sonreír entre las lágrimas que aun brotaban de mis ojos.

“Si necesitas algo…”

“Te lo agradezco Christian.  Ve y diviértete, no mereces estar aquí perdiendo la noche al lado de alguien que no te ayudará a pasarla bien.”

“No digas eso Estefanía.  Pero si es tu deseo estar sola, lo respeto.  Nos vemos luego” dijo él comenzando a alejarse.

“Christian” dije provocando que se detuviera. “Disculpa mi actitud.  Sabes muy bien que yo no soy así.  Te agradezco tu preocupación.”

Christian sonrió y continuó su camino.  Era un chico muy educado, estudioso, bueno; lo conocí cuando comencé la universidad.  Su círculo de amistades es algo diferente al mío, aun así, casi siempre frecuentábamos en estos lugares.

Decidí que debía irme, llegar a mi apartamento y terminar de hacerme pedazos.  Que nadie viera mi desgracia, mi desdicha, y prepararme mentalmente para la confrontación con Víctor.  No sería una fácil y solo sentía deseos de matarlo.

Un detalle importante llegó a mi mente, quién me llevaría?  Yo llegué allí con el que hacía unos minutos atrás dejó de ser mi novio; y aunque el lugar era cerca de mi apartamento, eran unos buenos diez minutos caminando y las calles estaban oscuras y algo solitarias.

Qué hacer? No quiero molestar a nadie, no quiero que nadie más me vea con mis ojos hinchados.  No quiero que nadie me coja lástima; yo soy una mujer valiente y he sobrepasado otras cosas, esto no sería la excepción.

Labios CompartidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora