(30) Princesa

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Al lado, una foto de los vestidos de Amanda y Estefanía.  Adicional, el video de la canción que Estefanía baila con su papá.. Es ella, interpretada por Axel.

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Así fue como todo comenzó, con solamente un café.  Sí, aquella tarde en la cual Eduardo y yo nos volvimos a encontrar, no hubo reclamos por aquel beso, solo platicamos y la pasamos muy bien.  De vez en cuando Eduardo me decía la típica frase bonita, pero aparte de eso, nada más.  Por lo menos no mientras estuvimos en el café.

Salimos de allí, y ambos subimos a mi auto.  Eduardo dejó el de él estacionado allí.  No nos correríamos el riesgo de que lo estacionara en el estacionamiento de mi apartamento y que alguien llegara de sorpresa.

Conduje hasta una playa a la que nunca había ido; aparentemente, Eduardo sí.  Nos estacionamos en un área un poco solitaria y comenzamos a platicar.  Todo el tiempo, Eduardo tomó mi mano.

“Por qué haces esto?” le pregunté sin ningún tipo de vergüenza.

“Hacer qué, Estefanía?”

“Tienes una esposa, bonita, joven, alegre.  Por qué estamos aquí?”

Eduardo respiró profundamente y me miró a los ojos.

“No es la primera vez que lo hago, Estefanía.  Te debo confesar que le he sido infiel a mi esposa, con muchas mujeres.  No sé lo que me pasa; llevo toda una vida con ella y aun así me siento en la necesidad de andar buscando.”

“Porqué no intentas dejar de hacerlo?”

“Tengo que admitirte que pienso que ella también me es infiel.  Es un círculo vicioso.”

“Entonces, porqué no se divorcian?”

“No tengo idea.  Porqué nos amamos?”

Debo confesar que me sentí mas confundida que cuando comenzó la conversación.  La ama y aun así le es infiel?  Bueno, yo amaba a Raúl, y le fui infiel.  Solo fue cosa de una vez, porque cuando estuve con Nelson, yo no tenía novio. 

“Honestamente, no te pienso preguntar más sobre ese asunto.  Aun así, no te da miedo de que te sorprendan siendo infiel?”

“No, porque por eso tengo cómplices.”

“Eres increíble!” le respondí riendo. 

Este se acercó a mí y, tomándome desprevenida, me besó.  No pregunten el porqué, pero le respondí; era una sensación, un reto, una aventura, algo que no les puedo explicar.  Me gustaba sentir esos labios junto a los míos y sentía que no me debía a nadie; el hecho de que él tuviese esposa, no me importaba en esos momentos.

El beso continuó, largo y apasionado, solo deteniéndonos para tomar aire.  Sus manos comenzaron a tocar áreas de mi cuerpo que no debía, pero que sinceramente no me importaba, porque aún tenía mi ropa puesta.  Podíamos calentar un poco las cosas, cierto?  Aunque no permitiera que pasara a más.

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