(14) Entre la espada y la pared

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Hola!!! Otro capítulo más de Labios Compartidos. Espero que lo disfruten. Aprovecho para excusarme porque creo que no podré actualizar más hasta el viernes. Pero una vez arranque, puede que sean dos capítulos diarios...ya veremos.

Al lado la foto del traje que Safiro le regaló a Estefanía. Besos a tod@s.

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Llegó el jueves por la noche en un abrir y cerrar de ojos. Qué pasó con la fiesta? En realidad no mucho a parte de bailar, beber y pasar un buen rato.

Angel fue mi parejo de baile durante toda la noche, y los demás que nos acompañaban expresaban la notable química entre nosotros. Sinceramente, Angel es un chico simpático, amigable y fácil para hablar y compartir.

Mis días pasaron entre altas y bajas con Raúl. Sé que no le agradaba mucho que estuviese tan lejos. Me reclamaba que su tía me había ofrecido un buen trabajo, donde me pagarían bien y estuviese cerca de ellos; aun así, este es mi sueño y él no lo iba a destrozar.

Lo amaba, cada vez más, y a pesar de todo, no imaginaba mi vida sin él. Ya sé que le había mentido y que, probablemente continuaría haciéndolo, pero eso no cambiaría mis sentimientos hacia él.

"Hola mi amor" respondió Raúl su teléfono cuando lo llamé ese jueves.

"Cómo has estado?" le pregunté pesando en lo que iba a decir.

"Bien, pero extrañándote."

"Yo también. Te amo Raúl."

"Te amo. No puedo esperar a verte mañana."

"Por eso te estoy llamando" comencé mientras mordía mis uñas.

"Sucedió algo?"

"Un grupo de compañeros se va a reunir para completar un trabajo que tenemos que entregar el lunes y tengo que estar presente."

"No pueden hacerlo sin ti?"

"No, porque soy parte del grupo y no sería justo que no participara. La puntuación es grupal."

"Hay algo que pueda hacer para que no tengas que ir?"

"Raúl, por favor. Tengo que aprender, cierto?"

"Era broma mi vida. Sabes que el sábado eres mía completa. Lo siento por tus padres."

"Claro que sí, mi amor."

Al colgar la llamada, el sentimiento de culpa me atacó. Era la segunda vez que le mentía a Raúl y con una facilidad que me impresionaba a mí misma. Porque, acá entre nos, soy malísima mintiendo; me delato fácilmente.

No permití que ese sentimiento hiciera estragos en mí por mucho tiempo. Me di una ducha y me encerré en mi cuarto a estudiar un poco. Leyendo, quedé dormida profundamente.

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