(20) Ojalá pudiera borrarte

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Al lado una foto de Leandro (Mark Walberg). 

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Mi primera semana sin Raúl transcurrió.  En realidad fue horrible, no podía comer, no paraba de llorar; no era yo.  Me la pasaba encerrada en mi cuarto, viendo la televisión.  Por las noches, Leandro me llamaba y hablábamos un rato.

Yaire y Safiro supieron de lo que me había ocurrido.  Leandro se encargó de llamarlas y varias veces llegaron a mi casa, me invitaban a salir, a despejar mi mente. 

A todo esto, ni rastro de Raúl.  Eso me partía más el alma, porque debo  confesarles, que esperaba aunque fuese una llamada de él.  Pero…nada; ni una llamada, ni un mensaje.  Cómo era posible que jurara amarme tanto y ahora ni siquiera me buscara?

La segunda semana llegó.  Mis padres no podían resistir más mi tristeza.  Era algo que, sencillamente, no podía esconder.  Creo que había bajado libras sin darme cuenta; por lo menos eso era lo que los demás decían.

“Estefanía, es suficiente” comentó mi papá entrando a mi habitación y abriendo las ventanas.

“Qué sucede?” le pregunté mientras cerraba mis ojos; el brillo del sol me molestaba.

“Mi vida, ya no soportamos más que sigas sufriendo por ese…” comenzó mi mamá a decir, pero su oración terminó en un suspiro algo frustrado.

“Prepara tus cosas, porque tu tía Isabella te espera en su casa” continuó mi papá.

“Qué?  A caso escuché bien?” pregunté un poco incrédula ante sus palabras.

“Como lo escuchaste, Estefanía.  Tu pasaje ya está comprado.  En dos días irás a visitar a tu tía y a tu familia por tres semanas.  Será tiempo suficiente para que te despejes y llegues a tiempo para tu nuevo semestre.”

“Crees que me olvidaré de Raúl así tan fácil?” continué mi interrogatorio con mis brazos cruzados en mi pecho y un fuerte dolor de cabeza.

“Lo sé qué no.   Ya este es el segundo que juega con tu corazón y no me agrada para nada.”

“Papá, solo son cosas que pasan.  Lo amo demasiado.”

“No discutiré eso contigo, hija.  No doy órdenes en tu corazón.  Solo quiero que entiendas como me siento.  No me gusta que jueguen contigo.  No lo permitiré más.”

“Creo que es algo que no está en tus manos.  Pero te agradezco que me ames como lo haces.  Al igual tú, mamá.  Gracias por preocuparse por mí siempre, y nunca abandonarme.”

“Cómo no te vamos a amar y a proteger, mi vida.  Eres y siempre serás nuestra chiquita.  Esta casa se quedará vacía luego que ustedes dos se casen” comentó mi mamá.

“Bueno, dirás cuando Kendra se case y yo continúe estudiando.  No te preocupes, que Kendra te traerá nietos inmediatamente se case y no tendrás tiempo para ver la casa vacía” le dije levantándome de mi cama.

Labios CompartidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora