(11) Dime que no

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La operación fue todo un éxito.  No niego que recibí un fuerte impacto al ver a mi papá conectado a tantas máquinas; se veía tan vulnerable.  Tuve que controlar mis lágrimas pues no quería que me viera triste. 

Mientras estuvo en cuidado intensivo, solo podíamos verlo a las horas indicadas.  Al momento de irnos, nos suplicaba que nos quedáramos hasta que las enfermeras nos echaran de allí.

Un día antes de que mis tías y abuela se marcharan, mi papá fue dado de alta.  La casa estaba llena de amigos de él y de nosotros.  Teníamos una comida de bienvenida y todos querían estar; solo que el homenajeado apenas y compartió pues quería descansar, algo que era normal. 

Raúl estuvo a mi lado durante todo este proceso.  Se ocupaba de llevarme a la universidad, de asegurarse que comiera, que hiciera mis tareas y me acompañaba al hospital.  Cuando mi papá regresó a la casa, Raúl me ayudaba en los quehaceres y a hacer las compras.

Una tarde, me encontraba en casa de Raúl.  El lavaba su auto y la estábamos pasando muy bien.

“Mañana mi primo Pablo tiene una fiesta en su casa.  Toda la familia va a estar y me gustaría que fueras conmigo” comentó Raúl terminando los últimos detalles del auto.

“Seguro.  Ileana va a estar?”

“No, Pablo es sobrino de mi mamá.  Quiero que la familia conozca a mi chica.”

“Tú chica?  Eso suena algo…posesivo?”

“No creo.  Sube al auto que quiero llevarte a un lugar.”

“A donde?” pregunté extrañada por el súbito cambio de tema.

“Es una sorpresa.”  

Subí al auto tal y como Raúl me pidió.  De camino, escuchábamos la canción “Dime que no” de Ricardo Arjona.  Ambos íbamos cantándola desentonando como locos.

Quedé impresionada al ver que habíamos llegado a la playa.

“Qué hacemos aquí?” pregunté.

“Ya lo verás.”

Caminamos, subiendo una duna para llegar a un área más privada.  Ese era el lugar favorito de Raúl y estaba comenzando a ser el mío también.

“Siéntate aquí y no mires atrás” dijo Raúl señalando una piedra que había entre el agua y la arena.

“De acuerdo.”

“No hagas trampa” me dijo mientras se marchaba. 

Qué iba a hacer este hombre?  Ninguno estaba vestido para estar allí, además, Raúl sabía que tenía que estar temprano en mi casa y ya el sol estaba cayendo.

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