(40) Lo mejor de lo peor

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Aquí estoy de vuelta!!! Disculpen la tardanza, pero ya saben.  Espero que hayan pasado un hermoso día de navidad, una espectacular despedida de año y un gran comienzo de año.  Mis mejores deseos para todos.  No olviden que ayer, primero de enero, fue la primera página en blanco de un libro de 365 páginas.  Escriban uno extremadamente especial!!!.

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Observaba desde mi ventana las gotas de lluvia que caían.  El cielo estaba muy gris y era un domingo por la tarde, estaba sola en mi apartamento.  Safiro estaba con Pablo y Yaire se había mudado con Gustavo; ya su relación estaba en camino al matrimonio.

Tres meses han pasado desde aquel encuentro con Raúl en el hospital.  Honestamente, fue lo mejor que me pudo haber sucedido, pues desde ese día puedo jurar que acepto su realidad.  Ya no vivo con la sombra de ese hombre detrás de mí.

Víctor lo veo a diario en la universidad.  Creo que por el bien de ambos, y el de las amistades que tenemos en común, hemos vuelto a ser amigos.  Tal vez algo estúpido de mi parte, pero ya lo perdoné y no le guardo rencor.  El conoce muy bien sus límites y definitivamente trabajamos mejor como amigos.

Sheila y yo no nos convertimos en amigas después de la conversación que tuve con ella, aun así logré una ventaja.  Si coincidimos en algún lugar, me habla y me tolera, algo que antes no sucedía.  Leandro y yo podemos hablarnos y vernos sin la necesidad de este estar escondiéndose de su esposa; algo que me alegra mucho.

Christian y yo seguimos siendo amigos.  Todo continúa normal entre nosotros, aunque tengo a alguien cerca con quien puedo contar incondicionalmente.  Puedo decir que tengo otro mejor amigo cerca de mí, ya que Leandro está algo lejos durante la semana.  Christian continúa sus estudios en leyes y se ha hecho parte de nuestro grupo de voluntarios, el cual su papá dirige.  Tal vez no esté en el campo de la medicina, pero tiene un gran talento para lidiar con las personas. 

Me siento de maravilla como estoy.  Puedo decir que estoy completamente feliz.  Mi sobrino llegará muy pronto y lo llenaré de amor y de mimos.  No sé cómo haré para estar cerca, pero les aseguro que no habrá un fin de semana en el que no vaya a verlo; quien sabe si hasta durante la semana me dé una escapadita también. 

La lluvia se hacía cada vez más fuerte, disfrutando cada gota que veía caer.  Esos días así me encantaban, mucho más cuando me encontraba en mi habitación; cómoda y dispuesta a ver en la televisión cualquier cosa que llamara la atención, después de todo, no tenía planes hoy.

Cambiando los canales, decidí ver algo de noticias.  No se imagina cómo las odiaba, pero había que estar informado de lo que ocurría en el mundo.

Aparentemente una fuerte tormenta, con potencial de huracán, entraría a la isla en unos días.  En qué mundo vivía yo?  Ya entiendo el porqué de tanta lluvia durante el día.

Mi teléfono sonó, sacándome de lo concentrada que estaba en las palabras que el gobernador de la isla de decía a los periodistas.  Sin quitar los ojos de la pantalla, tomé el teléfono y lo contesté.

“Hola” contesté algo hipnotizada aun.

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