Un sentido de los tiempos de Dios

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Dos líderes enfrentados en una lucha a muerte —uno de los cuales se niega a luchar

No hay mal ni traición en mi mano, ni he pecado contra ti; sin embargo tú andas a caza de mi vida para quitarmela. Juzgue Jehová entre tú y yo. (1 Samuel 24:11-12)

Saúl era el rey verdadero y legal de Israel y vivía en medio del lujo. David había sido ungido secretamente como su reemplazante, pero moraba en el desierto, luchando por sobrevivir. Saúl tenía un ejército profesional, David una pequeña banda formada por miembros de su familia y un grupo variado de proscritos.

Dos veces cayó Saul accidentalmente en manos de David, pero David se negó a matarlo. Sentía que eso violaría la voluntad de Dios. No usaría su espada para llegar a ser rey. Luchaba, pero no por la victoria sino por la supervivencia.
La supervivencia no fue fácil. Uno puede leer entre lineas en los capitulos 21-31, y entrever el gran drama que se va desarrollando. Es evidente que Saul se va deteriorando. ¿Puede David resistir lo suficiente como para sobrevivirle?

Al principio David huía de aquí para allá, solo y totalmente vulnerable. Más tarde, cuando cuatrocientos proscritos se le unieron, la gente del lugar lo traicionó dos veces (23:19; 26:1). Quizá temían que Saul los matara como lo había hecho con los sacerdotes de Nob (22:6-23).

David sobrevivió y se las arregló para mantener su ejército intacto. Hasta se granjeó apoyo popular brindando protección armada a sus vecinos. Pero eventualmente se dio cuenta de que su posición era casi insostenible. "Al fin seré muerto algún dia por la mano de Saúl", se dijo (27:1). Dejó Israel y se convirtió, con su ejército, en militar a sueldo de uno de los reyes filisteos.
Más tarde o más temprano, la actividad de David como agente doble habría sido descubierta. De hecho, cuando los filisteos programaron un gran esfuerzo militar en contra de Israel, David apenas alcanzó a evitar tener que luchar contra su propio pueblo.

Con el tiempo a su favor

Durante todo ese tiempo en el desierto, la posición de David era desesperada. David sólo tenía una cosa a su favor: Dios le había prometido que sería rey. David creyó esta promesa aun cuando su situación parecia pésima. Esperaría el tiempo de Dios.
El sentido de la oportunidad y del tiempo preciso en qué actuar, se dice, es esencial para el liderazgo Uno debe saber cuándo actuar con osadía y cuándo esperar con paciencia; cuándo ceder y cuándo mantenerse firme. David tenía ese sentido crítico del tiempo oportuno porque confiaba en que Dios estaba en control de las cosas.

Preguntas vitales: ¿Qué cosas lo impacientan a usted? ¿Qué puede aprender de la vida de David acerca de la paciencia?

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