Promesas, promesas

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Dios le prometió a Abraham que le daría todo lo que quisiera… y más.

En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz. (Génesis 22:18)

Los seres humanos no han cambiado mucho en los últimos 4.000 años. El deseo de tener hijos y el deseo de poseer tierra todavía se manifiestan con poder emocional sorprendente.

Cuando Dios quiso atraer la atención de Abraham, le prometió tierra y más hijos de los que podría contar. Para un emigrado babilonio de 75 años de edad y sin hijos, cuyas únicas posesiones eran sus rebaños y sus tiendas, las promesas de Dios eran maravillosas. Pero también parecían imposibles. Sin embargo, como era Dios mismo quien daba estas promesas, “Abraham creyó a Jehová y le fue contado por justicia” (15:6).

Para Dios, que es creador de cielos y tierra, cumplir las promesas era cosa fácil. Pero Dios no le facilito las cosas a Abraham. No fue hasta veinticinco años después, cuando Abraham ya tenía 100 años que la promesa de un hijo se cumplió. Y entonces, en forma increíble, Dios le pidió a Abraham que ofrendara en sacrificio a su hijo pequeño. Realmente, esto era pedir demasiado.

Asombrosamente, Abraham obedeció las órdenes de Dios. Y Dios le devolvió a su hijo.

Lejos de su cumplimiento.

Cuando Abraham murió, las promesas de Dios aún estaban muy lejos de cumplirse plenamente. Abraham solo tenía un hijo en quien apoyarse. Su única propiedad era un lote para sepultura. Todavía vivía en una tienda y lo único sólido que había construido eran los altares en los que adoraba al Dios que le había hecho todas las promesas.

Dios, que le había prometido a Abraham todas las cosas que un hombre de esa época podía desear, al parecer que deseaba que Abraham aspirara a cosas todavía mayores. Entre las promesas de un heredero y de tierras, había insertado otras palabras importantes. “Y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (12:13) Dios quería bendecir no sólo a Abraham sino a todo el mundo. Miles de años más tarde, en el tiempo de Jesús, todo el significado de estas palabras quedó bien en claro (vea Gálatas 3:6-9; 16-18)

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