Josué: La diferencia que pueden hacer 40 años

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El pueblo enfrentó abrumadoras posibilidades en su contra, pero con renovada esperanza

No temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. (Josué 1:9)

Así, a primera vista, no mucho había cambiado en 40 años. La bandada de refugiados que se iban acumulando a la vera del río Jordán se parecía mucho a una horda similar de cuatro décadas atrás. Habían sido presa del pánico una vez. ¿Lo serian nuevamente?
Las posibilidades en contra de los israelitas eran abrumadoras. No tenían ni carros de guerra ni caballos. Sólo contaban con armas primitivas, su nuevo líder no estaba fogueado aún y las órdenes de marcha que tenían de parte de Dios provenían de muchos años atrás.    

Un nuevo espíritu, un nuevo líder

En otro sentido, sin embargo, todo había cambiado. Los antiguos israelitas, con mentalidad temerosa de esclavos, habían perecido en el desierto —toda la antigua generación, a excepción de Josué y Caleb, dos guerreros legendarios. La nueva generación había decidido servir a Dios, sin contar el costo. En marcado contraste con los espías de Números (13:31-33), los exploradores de Josué trajeron el siguiente mensaje: "Jehová ha entregado toda la tierra en nuestras manos; y también todos los moradores del país desmayan delante de nosotros" (2:24).
El libro de Josué no contiene ni una palabra acerca de rebelión contra algún líder ni murmuraciones contra Dios. Es un libro de buenas nuevas, un alivio bienvenido del tono desalentador de Números y del fatalismo de Deuteronomio. ¡Qué diferencias han hecho los últimos 40 años!
Como nuevo jefe designado de los israelitas, Josué asumió dos tareas principales. En primer lugar, tenía que dirigir una campaña militar para tomar control de la tierra que Dios les había prometido. Además, tendría que dividir la tierra conquistada entre todas las tribus.

Aprendiendo a seguir instrucciones

Después de su ingreso a Canaán, los israelitas siguieron las instrucciones de Dios al pie de la letra, aun en aquellas ocasiones en que el hacerlo debe haber exigido su fe hasta límites no pensados. Los residentes de Jericó se habían encerrado detrás de sus muros de piedra, a la espera del ataque de los israelitas. Pero, ¿cómo pasaron los israelitas su primera semana en Canaán? Erigieron un monumento a Dios, cumplieron con los ritos de la circuncisión y celebraron la Pascua. Ningún ejército se había conducido antes de manera tal.
Todo el material que hay en josué parece escogido expresamente para que uno se de cuenta de que Dios estaba realmente a cargo de esta operación. Aunque abarcan un período de aproximadamente siete años, los 24 capítulos de Josué sólo le dedican algunas pocas frases a algunas extensas campañas militares (vea capítulos 10-11). Pero los hechos claves, tales como la caída de Jericó, reciben una atención especial, haciendo destacar que los israelitas tuvieron éxito cuando confiaban en Dios y no en el poder militar. Las pocas historias negativas (tales como la batalla de Hai y el engaño de los gabaonitas) demuestran qué pasaba cuando los israelitas no buscaban la voluntad de Dios.

Un libro de esperanza

La biblia no relata la historia por sí misma. Presenta más bien lecciones prácticas y espirituales. Afortunadamente, las lecciones de Josué son enormemente positivas. Guiada por Dios, la nación de Israel se encontró con éxitos sin precedente. Es más, el libro llega a la conclusión de que "No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel: todo se cumplió" (21:45).
El libro de Josué trae una fresca brisa de esperanza. Los escritores de himnos, y en particular las congregaciones de gente de color que produjeron los que hoy en día se llama "cantos espirituales negros" (negro spirituals), han recurrido a este libro para tratar de recapturar el espíritu de éxito que se derramó sobre el pueblo de Dios durante esos primeros años en la nueva tierra. Se puede: la gente puede seguir a Dios. Josué demuestra cómo.

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