¿A los buenos sólo les suceden cosas buenas?
No suceda... que tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre. (Deuteronomio 8:13-14)
¿Le suceden accidentes a los cristianos? ¿Se enferman de cáncer? ¿Los despiden a veces de sus trabajos? La respuesta a estas tres preguntas es, por supuesto, afirmativa. Pero estas respuestas a veces le causan grandes problemas a algunos nuevos creyentes. ¿O acaso no promete la Biblia que Dios cuidará y protegerá a sus seguidores? ¿Cómo puede sucederles cosas tan trágicas?
La gente que se hace estas preguntas se apoya con frecuencia en el Antiguo Testamento, en el que Dios claramente les promete éxito y protección a los israelitas. En Deuteronomio, Moisés especificó las promesas de Dios detalladamente. Las mujeres israelitas tendrían muchos hijos. Todos los cultivos -granos, uvas, olivos- producirían en abundancia. Los ganados vacunos y ovinos se multiplicarían. Y Moisés hasta llegó a incluir la siguiente promesa extraordinaria: "Y quitaré de ti toda enfermedad" (7:15).
Una disposición especial
Para que los israelitas recibieran estos beneficios, Dios requería solamente una cosa: que ellos vivieran según lo acordado en el pacto que se menciona por primera vez en el libro de Éxodo. Deuteronomio repite gran parte del pacto y declara: "No con nuestros padres hizo Jehová este pacto, sino con nosotros todos los que estamos aquí hoy vivos" (5:3).
Dios había establecido una relación única y peculiar con ese grupo de refugiados que había estado peregrinando por la península del Sinaí durante 40 años (10:15; 14:2). Moisés, entre otros, no alcanzaba a superar su asombro ante tal acuerdo. "Pregunta ahora...si desde un extremo del cielo al otro se ha hecho cosa semejante a esta gran cosa, o se haya oído otra como ella", dice él. "¿O ha intentado Dios venir a tomar para sí una nación de otra nación...y hechos aterradores como todo los que hizo con vosotros Jehová vuestro Dios en Egipto ante tus ojos?" (4:32, 34).
Moisés prometió que las cosas buenas les sucederían a los israelitas si ellos se atenían a su parte del pacto, nada más. Si, dijo, subrayando esa pequeña pero muy crucial palabra. Hebras de dudas y ansiedad recorren todo el libro. ¿Se adherirán los israelitas a los términos del pacto? ¿Obedecerán?
Los peligros del éxito
Moisés parecía temerle más a la prosperidad venidera que a los rigores del desierto y expresa esos temores en el capitulo 8. En la tierra prometida, un exhuberante país de arroyos, árboles frutales y ricos recursos, los israelitas podrían llegar a olvidarse de Dios y comenzar a atribuirse el mérito de su propio éxito. Ese era, al menos, el peligro y la razón por la que Moisés seguía insistiendo, "¡Recuerden!" Recuerden los días de esclavitud en Egipto y los actos de Dios para liberarlos. Recuerden las dificultades del desierto vasto y desolado y la fidelidad que Dios demostró allí. Recuerden su llamamiento especial para ser un tesoro peculiar de Dios. No se olviden, cuando sean una nación próspera, lo que aprendieron como refugiados en el Sinaí.
Dios predijo bruscamente: "Porque yo les introduciré en la tierra que juré a sus padres, la cual fluye leche y miel; y comerán y se saciarán, y engordarán; y se volverán a dioses ajenos y les servirán, y me enojarán, e invalidarán mi pacto" (31:20).
Tal como lo demuestran los libros que siguen a Deuteronomio, todo lo que Dios y Moisés temían se hizo cierto. El pacto fue quebrantado en forma irreparable. Al final, los israelitas no recibieron riqueza ni felicidad sino esclavitud y sufrimiento.
Un mensaje para nosotros
Las promesas de Deuteronomio le fueron hechas a un pueblo en particular, a los israelitas, en el marco de relación de una alianza especial -un pacto que Dios profetizó que seria violado. La fórmula era simple: "Haced el bien y seréis bendecidos; haced el mal y seréis castigados". Pero los cristianos modernos no podemos simplemente volvernos a esas promesas de riqueza y prosperidad y aplicarlas directamente a nuestro caso. Al contrario, debemos mirar este libro a la luz del nuevo pacto introducido por Jesucristo y detallado en el Nuevo Testamento.
Cuando Jesús vino, prometió ciertas recompensas para los cristianos, pero también predijo pobreza, rechazo e inclusive persecución. Las recompensas en esta tierra no pueden reducirse a un simple "Haced el bien y seréis bendecidos; haced el mal y seréis castigados". ("¿En qué consiste la verdadera fe?") Los discípulos de Jesús le fueron fieles y sin embargo casi todos ellos vivieron en la pobreza, fueron perseguidos y murieron martirizados. Para ellos, la recompensa total tuvo que esperar a que llegaran al cielo.
Deuteronomio puede aportar una clave acerca de por qué Dios no exime a sus seguidores de todo mal durante su vida. Irónicamente, la prosperidad y la salud puede hacer más difícil la dependencia de Dios. Los temores de Moisés se hicieron realidad: los israelitas demostraron ser menos fieles a Dios después de adentrarse en la prosperidad de la tierra prometida. En el desierto, al menos, se habían visto obligados a depender de Dios aun para la supervivencia diaria. Pero después de un muy breve lapso en Canaán, se olvidaron de él. Hay un gran peligro en lograr finalmente lo que uno desea.
Preguntas vitales: ¿Cuándo piensa usted más en Dios: cuando las cosas van bien o cuando se encuentra en dificultades?
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Profundizaciones de la Biblia (Antiguo Testamento)
Non-FictionCuando compran algún electrodoméstico o algún dispositivo, es común que traiga un manual de uso. Y que este mismo haya sido escrito por el inventor de tal dispositivo; con el propósito de que se le de un adecuado uso, y para que lo disfrutes al máxi...