Para los exiliados de Babilonia, noticias casi demasiado buenas para ser ciertas
Y muchos de los sacerdotes, de los levitas, de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera... lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría. Esdras 3:12
Esdras comienza con el regreso de los exiliados a una ciudad devastada —una ciudad fantasma, incendiada y saqueada 50 años antes por un ejército babilonio irresistible y ahora cubierto de matorrales. ¿Podría Jerusalén volver a tener un comienzo?
El Salmo 126 capta los sentimientos de los exiliados que regresaban: "Seremos como los que sueñan, nuestra boca se llenará de risa, y nuestra lengua de alabanza". El Imperio Persa había conquistado a la Babilonia poderosa y, bajo el emperador Ciro, le ofrecía a todos los judíos una oportunidad de regresar a su tierra. Era casi demasiado bueno para ser cierto.
Un nuevo comienzo con Dios
Un poeta en el exilio había escrito: "Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, pierda mi diestra su destreza" (Salmo 137:5). Estos exiliados que regresaban constituían una minoría que, décadas más tarde, recordaban aún a su tierra y a su Dios. Ellos atesoraban su herencia espiritual más que las casas y los comercios que habían edificado en Babilonia. Querían vivir y adorar en el lugar que Dios le había otorgado a su pueblo. Esta oportunidad valía cualquier sacrificio. Su primer impulso al llegar había sido reconstruir el templo, la casa de Dios.
Los persas tolerantes (cuya política oficial era alentar la religión local en toda área que gobernaran), habían hecho traer inclusive los artículos de oro y plata del templo, cuidadosamente preservados en un templo de Babilonia, como si hubiesen estado esperando el momento señalado por Dios. Cuando los exiliados regresados colocaron los cimientos del nuevo templo, el sonido de sus gritos (y de su llanto) podía ser oído desde lejos (3:13). El templo era, después de todo, el sitio en que iban a reunirse con Dios. Simbolizaba un nuevo comienzo con él.
Los problemas de volver a comenzar
Dios había preparado el camino, pero los exiliados necesitaban determinación para seguirlo. El libro de Esdras se divide en tres partes, centrándose cada una de ellas en un obstáculo a superar. La primera parte cuenta como, inmediatamente después del regreso de los exiliados, sus vecinos de la zona circundante se tomaron hostiles. Después de que su falsa oferta de "ayudar" fuera rechazada, estos vecinos comenzaron una campaña de oposición. Lograron detener todo progreso adicional en la obra del templo.
El mismo permaneció en ruinas durante casi 20 años más, hasta que los profetas Hageo y Zacarías (cuyo mensajes están registrados en los libros bíblicos que llevan sus nombres) movilizaron una vez más el interés en la construcción. Este "segundo impulso" es descrito en los capítulos 5 y 6. Cuando la oposición se volvió a manifestar, los israelitas se las ingeniaron para proseguir con la obra —otra vez con la ayuda del rey persa.
Otro problema ocupa los últimos cuatro capítulos. La verdad es que Esdras, el hombre cuyo nombre lleva este libro, recién llego a Jerusalén durante este periodo, unos 80 años después de la llegada del primer grupo. El templo había estado en pie durante medio siglo. Pero el "nuevo comienzo" se encontraba una vez más en peligro. Los israelitas habían comenzado a mezclarse (y a comprometer su fe) con los pueblos hostiles que los rodeaban. El liderazgo de Esdras, que provenía de una profunda fe bíblica y de una pena sincera por el pecado, forzó al pueblo a buscar una solución radical y dolorosa.
Esdras desemboca en Jesús
El libro de Esdras introduce un periodo totalmente nuevo en la historia de Israel —un período en que ellos se transformaron más en una iglesia que en una nación. Los israelitas de antes del exilio hablan dedicado gran parte de su energía a luchar contra ejércitos enemigos. Ahora se dedicaron a luchar contra el pecado y contra todo lo que pudiera comprometer su vida espiritual.
La minoría que regresó solo podía construir el templo con el permiso de un gobierno extranjero situado en Persia. Los judíos habían perdido la independencia política; sin embargo, se aferraron a su religión, especialmente a las escrituras del Antiguo Testamento y a la adoración en el templo. Temían repetir los errores que los habían enviado al exilio. En ocasiones llegaron a flirtear con prácticas espirituales. Pero cuando los profetas de Dios hablaron, el pueblo respondió.
Al haber escogido una Jerusalén arruinada por sobre una Babilonia prospera, los judíos regresados buscaban su ayuda en Dios en vez del gobierno. Pero siguieron soñando, más que nunca, con el Mesías poderoso que los profetas habían anunciado. Este sueño, y su determinación fuerte de obedecer la ley de Dios, siguieron su curso hasta el tiempo de Jesús, unos 450 años después de las últimas palabras de Esdras.
Para meditar: Es impresionante cómo Dios organizaba todos los acontecimientos para que el pueblo regresara a la tierra prometida, pero también que pusiera de su parte y no le fuera todo un camino de rosas, porque solo así valoramos las cosas como se debe.
ESTÁS LEYENDO
Profundizaciones de la Biblia (Antiguo Testamento)
Non-FictionCuando compran algún electrodoméstico o algún dispositivo, es común que traiga un manual de uso. Y que este mismo haya sido escrito por el inventor de tal dispositivo; con el propósito de que se le de un adecuado uso, y para que lo disfrutes al máxi...