Esperanza en tiempo de aflicción

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Un pueblo que vuelve a comenzar, necesita conocer las promesas de Dios


¿Quién soy yo, y cuál es mi casa, para que me hayas traído a este lugar? 1 Cron 17:16

El libro de 1 Crónicas fue escrito para israelitas que vivieron siglos después de David. En esa época Israel acababa de pasar por aflicciones tremendas. Ninguno de los reyes que siguieron a David llegó a su estatura espiritual. Israel se había deteriorado a tal punto que Dios dejó que Babilonia capturase y destruyese Israel, llevando a su pueblo al exilio. Después de medio siglo de cautiverio, una pequeña parte de los israelitas regresaron a su antiguo hogar. Habían perdido, en esos días de castigo, su propio sentido de identidad. Ya no se gobernaban a sí mismo. No tenían rey que siguiera las pisadas de David. Sus parientes se habían desparramado por todo el Medio Oriente. Crónicas fue escrito para ayudarles a ponerse en contacto con el Israel que había existido una vez, y que podía volver a existir. 

Después de dedicar nueve capítulos a la genealogía, 1 Crónicas relata la vida de David. En consonancia con la intención de alentar, Crónicas deja de lado los relatos del pecado y del fracaso personal de David. Tampoco narra la vida de David antes de que este llegara a ser rey. Se concentra, eso sí, en los logros que David dejó tras de sí para las generaciones futuras.

La importancia del culto 

David había enfatizado el culto como fundamento de Israel. Ni bien conquistó Jerusalén, llevó allí el Arca del Pacto. Hizo las preparaciones necesarias para edificar el templo y organizó a los sacerdotes y levitas para servir allí. Estableció grandes grupos de músicos para alabar a Dios. En respuesta a todo esto, Dios le prometió que una línea de líderes descendería de él (17:10-14).

Los días de David habían sido el punto más alto de la historia israelita: habían sido prósperos, seguros y, sobre todo, dedicados a Dios. ¿Cómo podrían los exiliados que regresaron recapturar esa grandeza? ¿Qué recursos podrían usar para volver a comenzar? 1 Crónicas enfatiza un legado que todavía era suyo. Tenían a Jerusalén y se había levantado allí un nuevo templo sobre las cenizas del antiguo. Tenían sacerdotes y levitas, tan vitales para el culto. En suma, tenían los recursos necesarios para volver a levantarse y ser de nuevo el pueblo de Dios en la tierra de Dios. 

Y lo que es más importante, tenían a Dios. Podían encontrar fuerzas rindiéndole culto, Dios los había hecho grandes una vez; él podía hacerlos grandes de nuevo y darles un nuevo líder según la línea de David. Un pueblo afligido podía comenzar sobre los antiguos cimientos —cimientos que dependían de un Dios incambiable y de su incambiable elección de ellos. 

Preguntas vitales: ¿Si usted fuera a sufrir una gran perdida personal y material como sucedió con los israelitas, a qué se aferraría?

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