1 Samuel: Requisitos de liderazgo

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Israel, luchando por sobrevivir, necesitaba un lider

Los impíos perecen en tinieblas; porque nadie será fuerte por su propia fuerza. (Samuel 2:9)

Ninguna nación, ninguna organización, ni ninguna familia, es grande sin un gran liderazgo. Pero, ¿cómo se obtiene? Israel se vio obligada a hacerse esa pregunta durante un período crítico, un tiempo de vida o muerte. Tres hombres accedieron al poder máximo: Samuel, Saúl y David. Todos ellos fueron figuras atrayentes y poderosas que supieron ganarse admiración y respeto. Dos de ellos, David y Samuel, llegaron a ser líderes muy exitosos. El otro, Saúl, tuvo un comienzo promisorio, pero terminó en el fracaso.

La lucha por la supervivencia

Israel carecia de una administración central y un ejército regular. Organizada como una vaga confederación de 12 tribus, los israelitas sólo se pedían ayuda mutua en casos de emergencia. Ocasionalmente, lideres inspirados -los jueces-, se hacian cargo de la defensa militar cuando era necesario. La nación había funcionado de esta manera durante más de 100 años, y las tribus parecian demasiado independientes como para cambiar. Pero los filisteos los estaban apremiando. Una crisis de liderazgo -una crisis que pondria a prueba la existencia misma de Israel- se avecinaba.

¿Por qué comenzar con Ana?

Extrañamente, 1 Samuel no comienza con una batalla, ni siquiera con una crisis de liderazgo, sino con un problema familiar muy privado. Dos esposas agriamente celosas tenían querellas constantes. Una, la que tenía hijos, se mofaba constantemente de la otra a causa de su esterilidad. Ana, la esposa sin hijos, se volvió a Dios en su desesperación. Oró, y le prometió dedicarle un hijo. El resultado fue un niño llamado Samuel.
Ana cumplió su promesa a Dios, y Samuel creció y llegó a ser uno de los lideres más grandes que Israel llegara a conocer. Tenía una triple función: servia como profeta que podía discernir la voluntad de Dios; como sacerdote guiaba a Israel en su culto; era, además, su comandante militar. El escogió, bajo la dirección de Dios, a los primeros dos reyes de Israel. La personalidad fuerte de Samuel le da coherencia a todo el libro de 1 Samuel, aunque se retira oficialmente al fin del capitulo 15.
¿Por qué comenzar 1 Samuel con Ana? Las luchas de Ana son las de Israel, en miniatura. Su frustración la obligó a mirar a Dios, y como resultado, su hijo Samuel sirvió en el tabernáculo en vez de seguir los pasos de su padre como agricultor. La historia de Ana demuestra que del dolor amargo puede brotar una gran promesa, si ese dolor lo lleva a uno a Dios. Los israelitas, que iban a experimentar muchos, mu chos más problemas en su historia, necesitaban el ejemplo de Ana.

Dios escoge sus propios líderes

La historia de Ana nos recuerda también que los lideres que Dios escoge no provienen necesariamente de los habituales canales del sistema. Lo normal hubiera sido que los hijos corruptos de Eli se hubiesen hecho cargo del liderazgo nacional. Pero Dios no queria saber nada con ellos. En vez de ello, él bendijo a una mujer que había buscado su ayuda en el momento de dificultad, y bendijo a ese hijo durante todo el tiempo que éste confió en su ayuda. Dios escogió un conductor tal como él lo necesitaba, un lider que le escuchara. "Ha dicho Jehová:... yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco" (2:30).

Samuel nunca olvidó esa lección. Ungió a Saúl como primer rey, y luego, cuando Saúl dejó de honrar a Dios, le retiró su autoridad. Luego, pasando por alto muchos candidatos de apariencia y antecedentes excelentes, Samuel escogio a David, un pastor joven, para reemplazar a Saul. Bajo David, Israel llegaria a ser un reino rico y seguro. ¿Sucedió esto por que David tenía dones tan naturales de liderazgo? 1 Samuel sugiere una perspectiva diferente: David tuvo éxito porque Dios lo escogió para dicha tarea, y porque David buscó constantemente la dirección de Dios. El mejor liderazgo, al fin y al cabo, proviene de Dios.

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