La catástrofe enviada por Dios

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Sodoma: La ciudad que se ganó su destrucción.

Y dijeron los varones a Lot: ¿Tienes aquí algunos más? Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar, porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra ellos ha subido de punto delante de Jehová; por tanto, Jehová nos ha enviado para destruirlo. (Génesis 19:12-13)

Cuando ocurre una catástrofe, ¿la debemos interpretar como un castigo de Dios? ¿Suceden las inundaciones, las hambrunas y los terremotos porque Dios se ha encolerizado? La respuesta de la Biblia es: “a veces sí, a veces no”. En el libro de Génesis nos encontramos con algunas catástrofes que al parecer “sucedieron porque sí”. No eran un castigo de o una advertencia, aunque Dios las usó para llevar adelante sus planes. Entre éstas hay algunas hambrunas, tal como la que llevó a José al poder (capitulo 41), una guerra (capitulo 14) y una violación (capitulo 34).

Pero por alguna de estas catástrofes Dios asumió la responsabilidad como en el caso de Sodoma y Gomorra. Como sucede habitualmente la Biblia muestra poco interés en darnos los datos científicos acerca de la destrucción.

Violación masiva

Sodoma era un lugar vergonzoso. Toda la ciudad consideraba la llegada de extranjeros como una oportunidad para violación homosexual en masa. Pero la violación no era el único problema de la ciudad. Ezequiel 16:49 dice que Sodoma era “soberbia, saciada de pan y con abundancia de ociosidad y no ayudaban al afligido ni al menesteroso”. Dios habría permitido que la ciudad quedara en pie si Abraham hubiera podido encontrar tan sólo diez hombres justos. Al parecer, no había en Sodoma diez personas así. Finalmente cercano a Sodoma.

Lot se había convertido en una persona importante en ese lugar. Era una de las personas que podía tomar decisiones de trascendencia a la entrada de la ciudad. Estaba tan enredado con la forma de vida de Sodoma que se resistió a abandonarla hasta casi demasiado tarde. Cuando Sodoma se convirtió en cenizas, desapareció también todo ese encumbramiento que él se había ganado con tantos esfuerzos. El choque que esto produjo fue demasiado fuerte para él. Incapaz de volver a empezar, terminó en una cueva, demasiado borracho como para darse cuenta de que sus dos hijas tenían relaciones sexuales con él. Lot es el ejemplo perfecto del hombre que, por estar excesivamente enredado en un sistema corrupto, no puede tolerar la idea de abandonarlo.

Jesús no permitió que sus seguidores pensaran en los habitantes de Sodoma simplemente como “esa gente terrible”. El advirtió que Dios seria aún más duro con aquellos que vieran los milagros de Jesús y que no hicieran caso de ellos (Mateo 11:24). La paciencia de Dios tiene un límite.

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