Las mujeres de la Biblia

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Plan de Dios para el matrimonio.

Dice entonces Adán esto es ahora pues huesos de mis huesos y carne de mi carne esta será llamada varona porque del varón fue tomada. (Génesis 2:23)

A través de los siglos las mujeres han sido maltratadas y han ocupado una posición muy baja dentro de la sociedad. En los países donde todavía existe la costumbre de pagar una dote por la hija que se casa, el nacimiento de una hija puede crear una carga terrible para padres que sean pobres. En muchos casos la esposa se convierte en poco más que la sirvienta de su esposo. ¿Qué es lo que nos enseña la Biblia acerca del papel y de la naturaleza de las mujeres?

Compañía para el hombre.

El libro de Génesis nos dice que la mujer fue creada después de Adán para ser su compañera, o su amiga, o su ayuda idónea. La palabra “ayuda” de ninguna manera quiere decir que ella es inferior al hombre o que es su sirvienta. La Biblia nos enseña claramente que el hombre debe cuidar a la mujer cómo cuida su propio cuerpo. Pablo, uno de los escritores del Nuevo Testamento, lo dice de esta forma: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla... Así mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia” (Efesios 5:25-29). Este mandamiento dice que la primera cosa que se le pide al hombre es que cuide a su esposa, que la ame, que la trate con bondad y ternura. El hombre debe cuidar de su esposa así como cuida su propio cuerpo.

Dios le dio al hombre un mandamiento específico cuando creó a la mujer, un mandamiento que mucha gente con frecuencia no quiere escuchar. “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (2:24).

Cuidándose mutuamente.

A cambio del cuidado y protección que el esposo le brinda, la mujer debe ayudar a su esposo en todas las formas permitidas. Debe entregarse a él, de la misma manera en que él se entrega a ella. Debe someterse a él como autoridad del hogar. “las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como el Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cuál es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo” (Efesios 5:22-24). El papel de la mujer es hacer que la vida de su esposo sea más agradable y más fácil. Él debe cuidarla, y a cambio ella debe cuidarlo a él. Debe animarlo, defenderlo y ponerlo muy en alto a los ojos de familiares y amigos. Debe aceptar sus decisiones y apoyarse en ellas. Esto no quiere decir que ella no pueda expresar su opinión o hacerle sugerencias. Pero sí significa que la decisión de él es determinante. Obedecer a su esposo no es para la esposa más degradante que para la iglesia obedecer a Jesucristo. Al unir al hombre y a la mujer con el vínculo del matrimonio, Dios quería proveer las bases para una sociedad estable en la que pudieran crecer los niños. El matrimonio es una institución y nunca debe ser destruida por el divorcio. Cuando dos personas se casan, se comprometen a sostenerse mutuamente, a cuidar el uno del otro y hacer cada uno el mejor amigo del otro. Al cumplir fielmente con estas tareas, el amor fluirá entre ellos y habrá gran felicidad en su hogar.

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