Jueces: Luchadores por la libertad

3 0 0
                                    

Estos "jueces" se alzaron en armas para defender a su patria

Y cuando Jehová les levantaba jueces, Jehová estaba con el juez y los libraba de manos de los enemigos todo el tiempo de aquel juez. (Jueces 2:18)

Los "jueces" de este libro bien podrian hoy en dia ser llamados guerrilleros, o guerreros por la libertad. Estos hombres (y una mujer) eran conocidos no por sus decisiones legales, sino por sus campañas militares contra invasores extranjeros. Como todos los lideres militares, a veces resolvian disputas; pero el libro de Jueces no se ocupa de asuntos legales, sino de la emoción de luchar por la libertad.
Los jueces de Israel no se adhirieron por cierto a las "reglas de combate". El juez Aod supo llevar a su oponente a una conferencia privada, a puertas cerradas desenvainó un puñal y lo clavó en el vientre de su enemigo (3:12-30). El juez Gedeón logró una sorprendente victoria en medio de la noche. Su grupo de guerreros confundió de tal manera a las fuerzas de ocupación con ruidos y luces que los soldados enemigos se hirieron unos a otros y huyeron en la oscuridad (capitulo 7). Sansón nunca condujo un ejército; sus trucos de batalla han sido comparado con las jugarretas y bromas pesadas de un delincuente juvenil mayúsculo (capítulos 14 a 16).

Durante la mayor parte de este periodo, los israelias se ocultaban en las colinas mientras sus enemigos, con armas superiores, controlaban las llanuras. (Los carros de combate, como los tanques de hoy en día, eran devastadores en campo abierto, pero casi inutiles en terreno pantanoso o escabroso.) Superados en número, los israelitas se especializaban en emboscadas y ataques sorpresivos. Conocían cada zanja y cada arbusto, puesto que luchaban por su patria. La estrategia compensaba la fala de fuerzas.

Las más feroces historias de la Biblia

Como libro acerca de los primeros héroes militares hebreos, Jueces inspira y fascina. Pero uno no puede lograr que todo el libro se ajuste a dicha descripción. Si uno lee para buscar héroes, uno tendría que pasar por alto la mitad de los jueces —y uno no llegaría a notar el punto más importante acerca de la obra de Dios con Israel.
Para comenzar, los "heroes" de Jueces tenían serias fallas. Sansón era penosamente vulnermble a su apetito por las mujeres. Gedeón ganó una batalla y después arrastró a la nación a la idolatría. Jefté, un hombre que había estado fuera de la ley, aparentemente sabía muy poco acerca del Dios al que se suponía que servía.

Añada a lo anterior el siguiente material "no heróico": Abimelec, el hijo de Gedeón, hizo matar a 70 medio-hermanos suyos para poder ser nombrado rey; Jefté y Gedeón masacraron a compatriotas que no los habían apoyado; y el triste carácter de los últimos cinco capítulos de Jueces. Estos contienen algunas de las historias más desagradables de la Biblia —relatos de ataque homosexual, idolatría, guera civil, robo, violación y asesinato. El libro de Jueces va cuesta abajo, de lo malo a lo peor. Usted hasta se preguntará que hace todo este material en la Biblia.
Cada retrato tiene sus sombras; cada novela de suspenso tiene capitulos que son verdaderamente negros. En la historia entre Dios y su pueblo, Jueces es esa clase de capítulo. La héroes aparecen esporádicamente, pero la humanidad sigue siendo terriblemente no heroica.

El entusiasmo se desvanece

Dios quería mejores cosas para su pueblo de las que recibió en Jueces. Él había rescatado a Israel de la esclavitud de Egipto. Les habia dado una tierra generoa y les habia brindado un gran sistema de culto y de gobierno centrados en su persona. Él no seria un Dios distante en los cielos —él viviría con ellos.
Pero después de un entusiasmo inicial, los israelitas no siguieron en el camino que Dios había señalado. Al contrario aprendieron a vivir con la sofisticada gente que encontraron como vecinos, gente cuyas faltas inclulan la adoración de idolos mediante orgías sexuales y sacrificios de niños.
Los israelitas controlaban las montañas, pero las tribus se veían divididas por los valles que cruzaban el país, y que estaban en manos de extranjeros. Pronto cada grupo de israelitas comenzo a operar independientemente. La generación siguiente perdió su sentido de identidad. La gente adoraba al ídolo Baal al mimo tiempo que al Señor. Aunque todos descendian de 12 hermanos, pasaban más tiempo luchando unos contra otros que contra los opresores extranjeros. Violaron virtualmente todo patrón moral. El último versículo de Jueces lo resume todo: "cada uno hacía lo que bien le parecía". Pero lo que bien les parecía, no estaba nada bien.

El secreto de su supervivencia

Las invasiones extranjeras no eran ningún accidente, dice Jueces: venían de parte de Dios tan ciertamente como lo hacían sus rescatadores heróicos. Se desarrolló una cierta secuencia regular. Dios permitia el su frimiento como consecuencia de la desobediencia de los israelitas. Cuando las cosas se ponían intolerables, su atención se volvía hacia Dios. Él les respondia enviándoles un juez para rescatarlos. Pero ellos pronto volvían a caer. Esta conducta se repitió una y otra vez. Los israelitas siempre se olvidaban de su necesidad de Dios y el ciclo monótono se siguió repitiendo.
El secreto de la supervivencia de Israel no estaba, entonces, en los héroes militares o en las tácticas de guerrilla. Estaba en el amor persistente e incansable de Dios. Aunque ellos se olvidaban de él, él no se olvidaba de ellos. El les dio oportunidades repetidas de comentar de nuevo. Una y otra vez envío "jueces" a rescatarlos. No los abandonaba. Dios es el verdadero héroe de Jueces.

Profundizaciones de la Biblia (Antiguo Testamento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora