37. Entre la espada y la pared.

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No hay nada más desesperante que ser acorralado por el enemigo.

... ... ...

Elena:

Bien, aquí vamos de nuevo...

Me encontraba afuera de la mansión con Beatríz, esperábamos a qué el señor caballero negro, decidiera salir, y así, nuevamente adentrarnos en la ciudad.

— Se está tardando bastante. — Dijo Beatríz impaciente. — Yo me muero de ganas por probar una hamburguesa

— ¿Y de dónde sacarás dinero para comprarla?

— En mi casa tengo ahorros. Ahora que lo pienso, hace mucho no voy...

Bastante, diría yo.

Por fin Grant se había decidido a salir. Traía vestimenta negra como de costumbre, nada llamativo a decir verdad, solo lo necesario para evitar el frío.

— ¿Están listas? — Preguntó el descarado.

— ¡Aún no! — Gritó Annie saliendo por la puerta principal. — Espera, papi, aún no hueles bien. — Como de costumbre, procedió a bañarlo en su perfume de fresas. — Ahora sí.

— Cuídate mucho ¿Sí? — La pequeña le asintió con una sonrisa. — Volveré al medio día, y te traeré algo de comer.

— ¿Puedo comer más cereal?

— Ja, ja... Claro, ve mi amor. — La despidió con un abrazo y un beso en la frente.

— ¡Hasta luego, esclava, hasta luego, tía Beatríz! — Dijo mientras entraba muy contenta a la mansión.

Estoy segura de que no quiero tener hijos, pero cuando veo esto, me antojo...

— ¿Nos vamos? — Preguntó Beatríz impaciente.

— Adelántate, vampiresa. — Pidió Grant, y seguido usó sus sombras para retirar la nieve en la entrada del túnel subterráneo. — Y tú, esclava, ve por orquídeas, es una orden.

— Lo habría hecho sin que me lo ordenaras. — Reproché.

Me alejé un poco de la mansión hasta llegar a las orquídeas. Habían bastantes y lucían hermosas. Me preguntaba como un bosque impregnado del poder de Lucifer, podía crear cosas tan maravillosas.

Supongo que la belleza no distingue el bien del mal...

Volví a la mansión con siete orquídeas en total. Las había arrancado con mucho cuidado para Grant, pero él ya no estaba cuando volví.

— ¿Grant? ¡Oye! ¡¿Dónde estás?! — Grité.

— ¡En la parte de atrás! — Contestó y fui de inmediato. Se encontraba frente a la tumba de su esposa. — Eso fue rápido. — Dijo al verme.

— No estaban muy lejos de aquí.

— Bien, dámelas. — Pidió y se las entregué. Procedió a poner las flores frente a la tumba de su esposa, la cuál parecía más bien un altar. — ¿Qué es eso? — Preguntó al escuchar un ruido extraño detrás de la enorme lápida, y detrás de esta salió un pequeño conejo blanco. — Oh, era eso.

— ¿Qué? ¿No sé supone que sientes todo lo que se mueve en el bosque?

— No puse sombras cerca de la tumba, me pareció lo mejor.

Supongo que tiene razón.

Luego de poner las flores, entramos al túnel. El olor a fresas te penetraba la nariz, y tuve que soportarlo todo el trayecto hasta salir por la casa de Beatríz.

Grant, el caballero negro. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora