30. Hora de la caza.

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Si queríamos paz, primero teníamos que saborear el caos.

... ... ...

Elena:

El día por fin había llegado. El sol salía iluminando cada centímetro de nieve que cubría el bosque. Era una mañana perfecta, perfecta para tomar venganza, y así demostrar de una vez por todas, que nunca debieron meterse con nosotros.

Sabía que Leonel me esperaría a las afueras del bosque, pues era evidente que quería evitarse la molestia de entrar y ser envuelto en sombras, que si bien no le hacían ni un rasguño, de seguro eran un fastidio.

Esa mañana me levanté muy temprano, exclusivamente para organizar todo lo que llevaría, como un rifle semiautomático, unas gafas negras para no ser reconocida tan fácilmente, municiones, y por supuesto el cuchillo dentado con el que juré matar a Rosely. Por último, me despedí de Beatríz, prométiendole que volvería con sus nuevos ojos y con su deseado caballero de blanca armadura.

Bien, Rosely... Voy por tí, zorra.

Justo antes de salir de la mansión, me encontré con Annie. Parecía recién levantada, traía su pijama y un frasco de lo que parecía ser un perfume.

— Deberías ir a tu habitación. — Aconsejé. — Hace frío, te puedes resfriar.

— Agáchate. — Pidió sin dirigirme la mirada, al parecer seguía un poco enojada. — No puedes salir sin oler bien.

Ahora seré la esclava de las fresas...

Sin oponerme o mostrar descontento, tomé su petición. Me agaché y en un instante me roció hasta más no poder. Su expresión era de preocupación, presentí que era por estar tanto tiempo apartada de su padre, pues seguro desde su nacimiento, nunca se habían separado.

— Ya puedes irte. — Se quitó de la entrada dejándome el camino libre, y antes de subiera las escaleras, la llamé.

— Hey, Annie. — Giró para verme a medias. — Cuando vuelva te leeré el libro que tanto te gusta, ¿Sí?

— Eso solo debe hacerlo papi. — Contestó y justo en ese momento llegó Emily con un suéter para ella. — Además tú te irás con el hombre malo.

¿Cómo lo sabe?

— ¿De qué hablas? — Fingí completa demencia.

— Sé que está en la entrada del bosque. — Sin más, solo se marchó con los ánimos por el suelo. Me sentía culpable por su estado, pero no tenía más opción.

Había olvidado que ahora ella puede percibir el bosque...

Todo sea por devolverle la visión a Beatríz.

Me encaminé en lo profundo del bosque, con la extraña sensación de que Annie me veía. Caminar por la nieve me era un poco difícil, ya que el rifle, las municiones y mi revolver pesaban bastante, y no me imaginaba por cuánto más debía llevar todo.

Si tan solo Grant estuviera aquí el me ayudaría a... Ja, ja... ¿A quién engaño? El me pondría a cargar todo de igual manera.

Luego de una larga caminata, por fin había llegado. Leonel estaba sentado sobre el auto de Beatríz, el cual si antes estaba en mal estado, ahora cubierto de nieve, mucho más.

Ni el mejor seguro cubrirá eso.

Mi acompañante parecía tener la mirada perdida en dirección al cielo, como si hubiera algo ahí que se robara toda su atención. Me era curioso como no denotaba frío, como si la baja temperatura no le afectara.

Grant, el caballero negro. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora