43. Funeral de sombras.

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Y entonces ví al hombre más fuerte de rodillas, derrotado y sin esperanza en sus ojos.

... ... ...

Percyus:

Esa mujer si que me envió lejos...

Me encontraba tirado sobre un viejo auto, al parecer abandonado. Lo había abollado por completo, pero justo ahí, con mi cuerpo sobre el metal oxidado, sentía tranquilidad, tanta que ni tenía ganas de ponerme de pie.

Es la misma sensación que cuando portaba mi armadura hace siglos...

Miraba al cielo en completa calma, hasta que...

— Hola, padre. — Héctor asomó su cabeza tapando así el bello color azul que presenciaba. — Te ves muy tranquilo.

Perfecto, está a salvo.

— Lo estoy, ¿Y tú cómo estás? Veo que pudiste escapar gracias a Victoria. — Tan pronto la mencioné, pisó mi rostro con fuerza y mantuvo su pie ahí. — ¿Qué significa esto?

— Le he preguntado a todos dónde está mi madre, menos a tí.

Ya veo...

— ¿Crees que le hice algo? — Pregunté fingiendo demencia.

— Tú no, pero Victoria sí. — No solo tenía mi rostro, sino también la verdad. — Te lo preguntaré una sola vez, ¿Entendido?

— Te escucho.

— ¿Qué le sucedió a mi madre?

Esto será incómodo...

— Bueno... Rosely estaba en agonía, y quién sabe cuándo le llegaría la hora de morir. Tenerla tendida en una cama en su estado, era cruel, así que le pedí a Victoria que se encargara. — De inmediato retiró su pie. — El haber acabado con su sufrimiento fue la mejor solución, después de todo, ya no podía hacer nada sin sus ojos.

— ¿Rosely? La llamas por su nombre y no como tu esposa. — Increíblemente se escuchaba muy sereno. — Entonces, al perder sus ojos, ya no era de utilidad para ti, como un peón que sale del tablero.

Tengo un mal presentimiento...

— ¿Por cuánto tiempo querías que sufriera entonces? — Ante mi pregunta, solo respondió pisando mi cara de nuevo.

— ¿También me vas a matar cuando ya no sea útil?

— Es diferente, tu eres mi hijo. — Contesté e incremento la fuerza de su pisada.

— Ella era tu esposa... ¡La mujer que te sirvió por años! — Finalmente enfureció. — ¡¿Siquiera pediste su consentimiento?! ¡¿Siquiera sentiste dolor?! ¡¿Siquiera eso?!

No.

— La voluntad de Rosely, era la misma mía. Ella sirvió para mí, y sabía que así terminaría. — Nuevamente retiró su pie, y esta vez retrocedió un par de pasos mientras reía en voz baja.

— Tu voluntad, ¿Eh? Que buen chiste. — Estaba seguro de que finalmente él había perdido la cabeza, y en cierta forma me daba tristeza ver a mi sangre en un estado de locura. — Siempre seguía tu voluntad, sí, pero te voy a demostrar que no tienes más control sobre mí.

— Hijo, escúchame. — Pedí más no me prestó atención.

Héctor se dió la vuelta, y con un aspecto muy tranquilo, solo se fue caminando por las calles, sin siquiera dar un vistazo hacia atrás.

Tenía la certeza de que iría por Grant, pues si Grant moría antes de que yo pudiera extraer sus sombras, todo habría sido en vano, sería mi derrota absoluta.

Grant, el caballero negro. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora