40. El intercambio.

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El sufrimiento ajeno es tan doloroso como el sufrimiento propio.

... ... ...

Beatríz:

Buenos días señor sol...

La mañana había llegado. Luego de que pasé la noche en un viejo contenedor que al parecer no se había vuelto a usar. Elena durmió recostada en mi hombro muerta del frío, y tenía en frente a Héctor. Tuve que morderlo una vez por hora, pero gracias a eso no despertó.

¿Hasta cuándo seguiré aquí?

En el trascurso de la noche escuché ruidos de sirenas policíacas, que supuse buscaban al hijo del alcalde. Si la policía o alguien más nos encontraban, debía matarlos y huir a las montañas, ese era el plan B.

Espero que Grant aparezca pronto...

— ¿Beatriz? — Lo pensé y se manifestó. — ¿Estás ahí?

— Aqui estoy. Dime que ya podemos irnos, estoy cansada de sentir la sangre de Héctor en mi boca, es como salsa picante.

— Aún no, tenemos que esperar a que Percyus entregue a la familia de Leonel, luego de eso te daré la señal para que dejes a Héctor en algún lugar remoto de la ciudad.

Maldita sea...

— Espero me recompenses por esto.

— Tranquila, lo haré.

— Bien, adiós. — Corté transmisión y nuevamente todo fue silencio hasta que mi reloj marcó la hora de morder a Héctor. — Aquí vamos otra vez, señor piromano.

Apenas se cumplió la hora, le atiné otro mordisco, esta vez en la pierna derecha. Su sangre no paraba de picarme la lengua, pero debía aguantar. Tan pronto saqué mis colmillos, me quedé estática al escuchar pasos cerca. Escuchaba un chirrido metálico, como si hicieran sonar las contenedores cercanos.

Vamos... Mantén la calma...

Grant:

El cumpleaños de Annie...

Luego de un desayuno especial, y cantarle el feliz cumpleaños a mi pequeña, me disponía a marcharme por su regalo, pero claro, no sin antes despedirme de ella.

— ¿Volverás pronto? — Preguntó.

— Por supuesto. — Contesté muy feliz. — Volveré con tu regalo, y pasaremos juntos el resto del día juntos. Te haré un pastel y en la noche terminaremos el libro, ¿Te parece?

— ¡Sí! — Exclamó llena de felicidad. — Le diré a Emily que me haga un peinado bonito.  — Ambos la miramos y la frívola muñeca asintió un par de veces. — Estaré muy linda para cuando llegues.

Tú siempre estás linda...

— Bien, hora de irme. — Me rocío en su perfume de fresas y besó mi frente con mucho afecto, desde luego correspondí de la misma manera. — Te amo, hija.

— Y yo a ti, papi. — Me abrazó con mucha fuerza y luego entró a la mansión con Emily de la mano.

Acabemos con esto...

No me tomó mucho llegar hasta la ciudad, pues salí a toda prisa para llegar a la joyería de la anciana, la cuál me entregó mi pedido con mucho gusto.

— Espero le guste a tu hija. Saludala de mi parte. — Me encomendó.

— Por supuesto, ya verás que estará encantada con esto.

Grant, el caballero negro. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora