20. La carta de triunfo.

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Que tu voluntad sea tan fuerte como tus ambiciones.

... ... ...

Elena:

Me encontraba afuera de la habitación de huéspedes, justo donde por ahora estaría Beatríz. Grant se encontraba con ella hablando de lo sucedido la noche anterior, y sacando cualquier tipo de información útil que pueda dar con el responsable.

— ¿Esclava? — Me llamó Annie para luego sentarse a mi lado en el suelo. — ¿La tía Beatríz estará bien?

— Claro, ella estará bien, solo necesita descansar. — Respondí y mi respuesta no pareció convencerla del todo. — ¿Pasa algo?

— Es que... Papi está raro. — Que ella también lo hubiera notado, me decía que no era solo cosa mía. — Ni me ha dado los buenos días.

No lo culpo, tiene mucho en que pensar...

— Entonces, buenos días. — Me acerqué a ella y le brindé un beso en la frente. — ¿Mejor?

— Por supuesto. — Me mataba de ternura que se recostara en mi hombro. Era como tener una hermanita menor. — Gracias, esclava.

Tengo nombre...

En ese momento la puerta de la habitación se abrió y de ahí salió Grant con una expresión muy seria. Podía ver que contenía su frustración al estar presente su amada hija.

— Papi, ¿La tía Beatríz está bien? — Preguntó la pequeña poniéndose de pie. — ¿Puedo verla?

— No, ella necesita descansar ahora. — Respondió. — Ve a tu habitación, ¿Si? Te llevaré el desayuno en un rato.

— ¡Pero, papi!

— ¡Annie! — Era la primera vez que lo veía levantarle la voz, y al notar eso, él bajó su tono de inmediato. — Por favor, obedece.

Realmente no está de humor...

Me rompía el corazón ver a Annie tan decaída de ánimos y con los ojos llorosos al estar involucrada en una situación de la que no tenía culpa alguna.

— Yo te acompaño, pequeña. — Me ofrecí a llevarla, pero Grant puso una mano en mi hombro y me negó con la cabeza. — Vamos, no seas así.

— Tu y yo tenemos trabajo que hacer.

No estará pensando en salir a buscar venganza justo ahora...

— Lo siento, Annie. — Quise disculparme, pero cuando me di cuenta, ya no estaba, se había marchado. — No me gusta verla así, ¿Sabes?

— ¿Y crees qué a mí sí? — Me vió con rabia y supe que sería mejor solo bajar la mirada y no seguir con el tema.

— Olvídalo... Mejor dime que planeas.

— Acompáñame.

Aquí vamos de nuevo...

Salimos de la mansión sin intercambiar más palabras. Solo estaban presentes los sonidos de nuestros pasos y nuestras respiraciones. Tanto silencio me preocupaba y no podía ni imaginarme que tenía en mente, y como si fuera poco, hacía un frío brutal, eso debido a que el invierno estaba cerca.

— ¿Ahora qué? — Pregunté temblando. Él no hacía nada más que quedarse parado mirando el interior del bosque. — ¿Hola? ¿Todo bien?

— Estará bien cuando vea morir a la esposa de Percyus. — Quedé atónita ante esas palabras, y antes de que pudiera decirle una palabra sobre el tema, abrió la palma de su mano y la apuntó en dirección al suelo. — Hey, niña, da dos pasos hacia atrás. — Pidió y de inmediato obedecí. — Vamos... Abran paso.

Grant, el caballero negro. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora