10. El caballero blanco.

50 9 123
                                    

El sabor de la derrota era tan amargo como la sangre.

... ... ...

Grant:

Por mucho tiempo había creído que era el humano más fuerte sobre la tierra, pero aquel pensamiento soberbio parecía quedarse corto con el pasar de la noche, pues por fin había encontrado un rival.

El conejillo de Dios contra el conejillo de Lucifer.

¿Acaso somos solo sus peones?

Mis sombras no podían tocar su armadura, y su espada me había herido de gravedad el brazo con tan solo rozarme. Sin duda era un oponente hecho para destruirme, y el autor de este verdugo de seguro me observaba ahogado en carcajadas.

Pero no puedo morir aquí por su capricho... No puedo dejar a mi hija sola...

Nuestro combate había causado un caos en la ciudad. Corría y corría envuelto en sombras y a mis espaldas venía mi odiado némesis envuelto en luz. Escapar de el era como evitar un tsunami, y en poco tiempo sentí su espada apuñalar mi pierna para luego terminar en un andén totalmente indefenso. Simplemente no podía evitar sus ataques pero él si los míos.

Carajo... Que maldita desventaja.

— Eres tan escurridizo como una rata... — Añadió mientras se dirigía hacia mi. — Pero te he acorralado.

— ¿Eso crees? — Era hora de empezar a probar otras alternativas. Si mi sombra no podía tocarlo, debía intentar algo más.

Busqué con disimulo una roca cerca, y tan pronto la obtuve se la arrojé a la cabeza con todas mis fuerzas, aquel casco que lo cubría se cayó.

Ya veo...

— ¿Eso es lo mejor que puedes hacer al final? — Preguntó retomando su postura.

— ¿Final? Jaja... ¡No, señor! ¡Apenas empezamos!

— Veo que luego de perder sangre también perdiste la cordura. — Ahora estaba frente a mi empuñando su espada con mucha fuerza, como si me guardara algún resentimiento. — ¿Qué pretendías hacer con una simple roca?

Podrás tener fuerza, pero te falta mucha astucia...

— Cuando me ahorcaste en la azotea, pude patearte sin mucho esfuerzo, y tú armadura cedió contra una simple piedra. — Solté una pequeña risa, no podía evitar ver lo ingenuo que podía llegar a ser. — Mis sombras no pueden hacerte nada, pero adivina quién si. — Señalé a la derecha y antes de que pudiera girar a ver recibió un disparo de rifle en el pecho quedando tirado en el suelo.

Bien hecho, esclava...

— ¡Hey, amo estúpido! ¡¿Que te pasa?! ¡¿Esto es todo lo que puedes hacer?!

— Hey, cuida tu lenguaje. — Me puse de pie y me dirigí con ella mientras el caballero blanco aún no se levantaba. — Nada mal, niña, te estás luciendo esta noche.

— Si, si, como sea. ¿Nos podemos ir ya?

— Ustedes no van a ninguna parte. — Nuevamente aquel caballero se puso de pie sin ningún daño aparente. El disparo de un rifle no había podido atravesar su armadura. — Creo que podemos jugar en serio ahora. — Tomó su casco del suelo y volvió a ponerlo en su lugar. — Pudiste quitarlo porque no estaba asegurado.

Maldita sea...

— Oye, Grant. — Sentí un pequeño jalón de brazo por parte de mi esclava pidiendo atención. — Hoy estás muy inútil ¿Eh?

Grant, el caballero negro. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora