07. En tu memoria.

64 9 75
                                    

Ninguna cortada duele tanto como una en el alma.

... ... ...

Grant:

Otro día...

— ¡Papi, despierta! — Escuché a Annie llamarme mientras saltaba en la cama. Si señores, era hora del desayuno. — ¡Ce-re-al! ¡Ce-re-al!

— Ay... Buenos días, mi amor... — Terminé de abrir mis ojos y rápidamente ubiqué mis pantuflas. — Primero a cepillarnos.

— Llévame. — Se agarró de mi pierna viéndome fijamente con una sonrisa, y era obvio que ahí se quedaría. — ¡En marcha!

— Si que tienes energía ¿Eh?

Estas son las mañanas perfectas para mi...

Podía ser un asesino cruel, frío y despiadado, pero eso no me quitaba el hecho de que era un buen padre, y para mí era un gusto complacer a mi hija siempre y cuando fuera feliz.

Nuestra mañana pasó como cualquier otra antes de la llegada de Elena, sin embargo eso no significaba que no fueran momentos únicos. Algo tan simple como cepillarnos, disfrutar de un plato de cereal, y jugar por toda la casa, eran cosas que me hacían el día. Todo es gracias a mi pequeña.

— Bien señorita, hora de amontonar las hojas. — Tomé un rastrillo y le di uno a ella de menor tamaño, casi parecía de juguete.

— ¡Vamos, papi! — Me jaló del brazo hasta el frente de la mansión, y al salir ví que teníamos mucho trabajo por delante. — Uhhh... ¡Apuesto a que recojo más hojas que tu!

— Veamos si es cierto.

Annie se alejó un poco y con su pequeño rastrillo hacía pequeños montones de hojas. Sin duda estaba muy animada.

Sabía que esta tarea nos tomaría más de lo pensado, así que cómo un buen amo de las sombras, me puse en marcha.

No creo que esto sea hacer trampa... ¿O si?

El bosque entero estaba totalmente asegurado por sombras bajo tierra, y gracias a esto podía ver, oír y sentir cada detalle que en el pasaba si me concentraba en ello.

— Annie... — La llamé y se detuvo a prestarme atención. — Te voy a ganar... — Usando las sombras del bosque, traje hasta la última hoja que había caído. Todas llegaron como si fueran un río desbordado hasta apilarse frente a la mansión. — Eso significa que gané.

— ¡Mías! — Corrió hasta la pila y le agregó unas cuantas hojas más. — Listo, mira lo que hice. Yo gané.

¿Que puedo decir? Ambos detestamos perder.

Me senté unos minutos a ver cómo jugaba en las hojas. Se tiraba en ellas y hacia angelitos como si fuera nieve. Me maldije por no tener una cámara y grabar este momento.

— Bien Annie, fue suficiente. Hay que deshacernos de ellas.

— Uhhh... Si, yo quiero ver. — Se veía encantada por lo que estaba a punto de hacer.

Una vez más...

Empleé mis sombras nuevamente. Cubrí las hojas en una esfera de oscuridad, y empecé a encogerla poco a poco aplastando el interior con mucha presión. Me tomó cerca de un minuto convertir una esfera de sombra rellena de hojas, en una pequeña pelota negra.

— ¡Abrela, Abrela! — Me pidió mi pequeña, pero no podía hacerlo aún, pues si lo hacía, habría una explosión de hojas por doquier.

— Mejor mira esto. — Tomé la pelota y la disparé al cielo, más allá de nuestro bosque, y cuando menos lo esperó, la abrí causando una explosión de presión y hojas trituradas. — Vuelen... ¡Vuelen y caigan en los ojos de las personas! ¡Wajajaja!

Grant, el caballero negro. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora