08. Mi nueva sombra.

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Ella debía estar a mi nivel, ser más que una esclava.

... ... ...

Beatriz:

No me cabía ni la más mínima duda de que Elena tenía el potencial para ser la compañera que su amo pedía. Tenía una puntería innata que superaba la mía e incluso la del tan aclamado caballero negro.

Habían pasado ya los quince días que me indicó Grant, y aún me quedaba la incógnita de como pudo dominar las armas a la perfección en tan poco tiempo y como si fuera poco, ahora tenía un as bajo la manga que nadie esperaba.

Más te vale darme algo bueno por esto, Grant.

— ¡Hey, Elena! — Salí de un pequeño refugio improvisado que habíamos construido, o más bien que le obligué a hacer para mi. La vi acostada apuntando con un rifle a lo que creí era la nada. — Ehm... ¿Que se supone que estás haciendo?

— Shhh... Dame un segundo. — Pidió sin perder ni un segundo la concentración.

No lograba entender a la primera que pretendía, así que tomé unos binoculares del auto y me fijé en dirección al cañón del rifle hasta toparme con una montaña

No veo un rábano...

— Mira sobre el único árbol seco. — Seguí su indicación pero no ví ningún objetivo claro al que pudiera dispararle en dicho árbol.

¿Acaso perdió la cordura luego del infierno que le hice vivir?

— Hay una tarantula subiendo por el tronco. — Jamás había batallado tanto por ubicar algo a larga distancia, y quedé atónita al ver que no bromeaba con su objetivo. ¿Cómo demonios planeaba dispararle a eso? — Y muere en tres... dos... uno... — El disparo fue tan preciso y ensordecedor que me hizo perder la postura. Cuando fijé nuevamente el árbol, no había ni el más mínimo rastro de la araña, solo un agujero porque el que podría meter la cabeza.

¿En qué la convertí?

— Era la última bala. — Se puso de pie temblorosa, como si no hubiera comido en días. — Solo quería darle un buen uso. — El rifle que sostenía cayó al suelo y ella sin fuerzas detrás de el.

— ¡Hey! — Actué rápidamente y la sostuve en mis brazos. — Dios mío... Estás al límite. Mírate, no has descansado bien.

— ¡¿Que?! — Volvió en si poseída por es espíritu de las rabietas. — ¡Me hiciste practicar hasta el cansancio! ¡No me dejaste dormir bien y te comiste casi todas las provisiones que eran supuestamente para las dos! ¡Me tiraste al borde de la montaña por cinco días para aprender a sobrevivir! ¡¿Y ahora tienes el descaro de decir que no he descansado bien?!

¿Fuí más dura que Grant? Rayos...

— Como sea, mejor entra al... — Por un momento se recostó sobre mis brazos totalmente inconsciente. — ¿Auto? — No había de otra más que cargarla, sentía que le debía al menos eso. — Hora de volver con tu amo.

Me pregunto que clase de duo harán estos dos...

Grant:

Los quince días pasaron de forma fugaz, lo que significaba que nuevamente debía despedirme de la paz y darle paso al escándalo viviente de Elena.

— ¿Ya casi llega la esclava, papi? — Me preguntó Annie mientras la esperábamos sentados en la entrada de la mansión siendo el atardecer nuestra única compañía. — Ya quiero que juguemos a las escondidas otra vez.

— Puedes jugar conmigo, cariño.

— Nop, tu te escondes en el tejado y ahí no puedo subir. — Me hizo un puchero más tierno que cinco gatitos bebés.

Grant, el caballero negro. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora