39. El trato.

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Que el mundo entero vea que eres capaz de destruirlo.

... ... ...

Elena:

¡Sí! ¡Le dí a Héctor!

De seguro Grant va a felicitarme por esto.

El plan pareció ser un éxito, y ahora solo quedaba esperar órdenes de mi amo mientras me congelaba en la cima de la torre.

— ¿Esclava? — Me habló Grant por mi transmisor. — ¿Estás ahí? Espero que no estés durmiendo.

Como si pudiera con este viento helado...

— Aquí estoy. — Contesté. — Necesito órdenes.

— Bien, escucha... — Juraba que estaba hablando sin aliento. — Beatríz se dirige al muelle. Tendremos a Héctor en un contenedor. Deben estar las dos juntas, ¿Entendido?

— Sí, señor.

— No dejes que te vean con Leonel, si Percyus se entera que estamos confabulando, matará a su familia. — De inmediato el caballero blanco puso una cara amarga. — Aprovechen la oscuridad y pasen desapercibidos. Estaré con ustedes luego, y por cierto, buen disparo. Cambio y fuera.

— Espera, ¿Estás bien? — Pregunté pero ya no hubo respuesta. — Maldición...

Más te vale estar a salvo...

Desarme y guardé mi rifle nuevamente. Leonel se ofreció a bajarme cargada, y desde luego sería de un salto que amortiguó gracias a su armadura.

— ¿Podrás llegar a salvo? — Preguntó.

— Dos cosas. — Dije tocando el suelo. — La primera, avísame cuando hagas esos saltos suicidas. — Admito que me hizo marear. — Y la segunda, no me subestimes.

Ni que fueras tan fuerte...

— Entiendo, no lo haré. — Su armadura desapareció y volvió a su estado normal. — Ten cuidado.

— Gracias.

Bien, ahí voy, Beatriz...

Percyus:

Si que tienes agallas, Grant...

Secuestrar a mi hijo, ¿Eh? Bien jugado...

Me habían informado del secuestro de Héctor, y por un momento quise ir yo mismo a buscarlo, pero debía mantener la calma. Había perdido una batalla, pero no la guerra, y aunque jugaron bien sus cartas, yo seguía teniendo la ventaja.

— ¡Busquen a Héctor en cada rincón de la ciudad! — Ordené al cuerpo de policías mediante una llamada. — ¡Lo quiero aquí para mañana!
¡¿Entendido?!

— ¡Sí, señor!

Maldito caballero negro...

En el instante que colgué, una de las paredes de mi mansión fue atravesada. Había mucho polvo, y no podía ver nada.

— Hola, Percyus. — El polvo se disipó de golpe y reveló a Grant, quien de inmediato se dejó ver sin su traje y con el rostro destapado. — Cuanto tiempo sin vernos. ¿Cómo has estado? — Tomó asiento en un sofá y se sentó poniendo una pierna sobre la otra en total confianza. No paraba de sonreír, y eso me molestaba.

— ¿Y todavía vienes así como así a mi hogar?

— Vengo de paso, no me quedaré mucho tiempo, así que no te preocupes, aunque no me molestaría algo de vino.

Grant, el caballero negro. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora